Aproximadamente una cuarta parte de las emisiones anuales de dióxido de carbono antropogénico son capturadas por los océanos, lo que está provocando que estos sean cada vez más ácidos.
Un equipo dirigido por Ken Caldeira, de la Institución Carnegie de California, utilizó una sustancia alcalina para modificar la química del agua de mar en un pequeño atolón de la Gran Barrera de Coral, frente a la costa este de Australia. Su objetivo fue imitar las condiciones pre-industriales del océano, antes del incremento de dióxido de carbono liberado por la actividad humana. En los últimos 200 años, los océanos han absorbido aproximadamente la mitad del CO2 generado con la quema de combustibles fósiles.
Como conclusión del experimento se observó que la velocidad de crecimiento de los corales aumentó casi un 7 por ciento, lo que sugiere que la acidificación de los océanos ya está frenando el crecimiento de los arrecifes de coral. Se trata de la primera evidencia sólida experimental en un ecosistema natural.
Los resultados, publicados en la revista Nature, coinciden con estudios de laboratorio que indican que los corales, así como otros organismos cuyos esqueletos o conchas contengan carbonato de calcio, sufren a medida que el agua de mar se vuelve más ácida. La disminución del pH puede retardar el crecimiento de las conchas y esqueletos, o incluso disolverlos. Los océanos de hoy en día son un 30 por ciento más ácidos de lo que eran antes de la revolución industrial. Si las tendencias actuales continúan, Caldeira apunta que la acidificación del océano podría cambiar los corales en un estado permanente de declive a mediados de siglo.
Estudios previos ya habían demostrado el deterioro a gran escala de los arrecifes de coral en las últimas décadas. Otro trabajo dirigido también por Caldeira, encontró que las tasas de calcificación de los arrecifes eran un 40 por ciento menores en 2008 y 2009 de lo que fueron durante la misma temporada en 1975 y 1976. Pero lo que es difícil es aislar y cuantificar exactamente las distintas causas de este declive, ya que, aparte de la acidificación, a los corales también les perjudica el aumento de la temperatura del agua debido al calentamiento global, la contaminación y la sobrepesca.
Como consecuencia, esto ha llevado a la mayoría de los investigadores que estudian la acidificación del océano a trabajar en laboratorios, donde se pueden controlar y aislar los diversos factores que afectan al crecimiento de los corales. Tales estudios se hicieron necesariamente con especies de coral individuales, en lugar de todo el ecosistema natural, como es el caso de la publicación reciente.
Para el equipo de Caldeiras, el diseño y la ejecución de un experimento en un arrecife natural resultó sumamente difícil. Pero le ayudó la geografía de su lugar de estudio, un atolón de poca profundidad en el extremo sur de la Gran Barrera de Coral. Un par de lagunas de la isla están sumergidas durante la marea alta, pero con la marea baja quedan aisladas, completamente separadas del océano. Durante una hora cada día, el agua de mar drena de una laguna a otra a través del arrecife.
Durante 15 días, el equipo de Caldeiras incrementó la alcalinidad de la laguna superior añadiendo hidróxido de sodio (sosa caustica) al agua, así como un colorante no reactivo. Durante otro período de siete días, liberaron únicamente el colorante. Mediante la medición de las concentraciones de ambos componentes en distintos puntos de las lagunas, los científicos lograron calcular el aumento de la calcificación en todo el arrecife debido a la alteración de la química del agua de mar.
En principio, el experimento apoya la idea de que algún día los seres humanos podríamos contrarrestar la acidificación del océano y proteger los arrecifes de algunos de sus efectos negativos. Pero los autores de este estudio argumentan que sería imposible seguir esta estrategia a una mayor escala.
“La única forma real y efectiva que nos queda para proteger los arrecifes de coral es mediante reducciones drásticas de nuestras emisiones de dióxido de carbono. Si no actuamos de forma muy rápida, los corales y todos los organismos que dependen del ecosistema que generan, no sobrevivirán al próximo siglo”, afirma Caldeira.
Fuente: Jeff Tollefson, Nature. Publicado en Investigación y Ciencia