No es el primer animal cuyo tamaño mengua por el calentamiento global. En la remota isla de Hirta, por ejemplo, las ovejas Soay, una raza silvestre, son cada vez más pequeñas por los cambios ambientales. Pero el caso de los playeros rojizos (Calidris canutus) es mucho más dramático. Estas aves migratorias que crían en el Ártico durante el verano también han empequeñecido, pero no pagan el precio por ello hasta que llegan a los trópicos para pasar el invierno. Como hasta sus picos se han vuelto más cortos, son incapaces de alcanzar sus moluscos preferidos en las profundidades de la arena y se ven obligadas a subsistir a base de comida de mala calidad y algas. En consecuencia, la supervivencia es menor y la especie podría ponerse en peligro, según advierte una interesante investigación publicada en la revista Science.
Los playeros rojizos, de plumaje rojo brillante durante el verano y casi blanco en invierno, rompen récords de distancia en vuelo, siendo capaces de cubrir 5.000 km sin parar. Cada año en otoño vuelan para pasar el invierno en la costa de Mauritania o, según las subespecies, en Australia o Sudamérica. Cuando llega la primavera, vuelven para criar al Ártico, a la península de Taimyr en Siberia, Alaska, Groenlandia o el Archipiélago Ártico Canadiense.
La llegada de estas aves a un lugar tan duro fue calculada por la evolución para que el nacimiento de las crías coincida con el máximo de abundancia de insectos, su principal fuente de alimentación. Pero algo ha cambiado: si la nieve ártica desaparecía a mediados de julio en el pasado, ahora se va a finales de junio. El derretimiento de la nieve se produce cada vez más temprano y cambia a una velocidad de medio día por año. Como consecuencia, los insectos aparecen antes y cuando nacen los polluelos, hay menos comida.
Una mala cena
En un principio, esto no parece afectar a las aves, que consiguen realizar su larguísimo viaje a su África con éxito. Pero los problemas empiezan ahora, a miles de kilómetros de distancia y en otro continente. El equipo de investigadores, dirigido por J.A. van Gils, del NIOZ Royal Netherlands Institute for Sea Research, ha seguido a estas aves durante 33 años y se han dado cuenta de que las nacidas en los años más cálidos del Ártico, con poca nieve, llegan a su hogar de invierno con picos más cortos, con los que apenas pueden sacar de la arena un tercio de su presa preferida disponible. Al no alcanzar mucha profundidad en los sedimentos, tienen que conformarse con moluscos poco interesantes o, aún peor, con alimentos de origen vegetal. Esto tiene un impacto fatal en las jóvenes aves, muchas de las cuales no son capaces de superar siquiera su primer invierno.
Según Eldar Rahimberdiev, de la Universidad Estatal M.V. Lomonósov de Moscú, la amenaza de la extinción es más real para los playeros rojizos. Todas las poblaciones de aves zancudas del norte disminuyen en gran medida, y algunas subespecies ya están al borde de la extinción. Si el pico de las aves se reduce hasta el punto de que no van a poder pescar los moluscos, la especie simplemente desaparecerá. Por otra parte, muchas poblaciones de aves ya están cerca del punto crítico.
Los investigadores dicen que su trabajo es único, ya que han demostrado que las consecuencias de un problema derivado por el cambio climático no solo pueden verse en el tiempo sino también en el espacio. Los investigadores creen que este calentamiento podría afectar a la supervivencia de otros animales migratorios. Para algunos científicos, se trata de un nuevo «signo de advertencia ecológica global».
Fuente: abc.es/ciencia