A continuación te presentamos algunas de las formas en que más dañamos nuestros huesos y no nos damos cuenta.
Sedentarismo
La falta de actividad del cuerpo debilita nuestros huesos y cuerpo en general. Es un caso extremo pero que ejemplifica el problema: los astronautas. La gravedad cero no permite que se genere una presión física necesaria en los huesos, por lo que pueden llegar a perder la densidad ósea y todos los problemas que eso implica.
Falta de exposición al sol
La luz solar es la mejor fuente de vitamina D, pero solo en los Estados Unidos, el 85% de los ciudadanos presentan deficiencia de este compuesto. El mejor momento para tomar una buena cantidad de sol es el mediodía. De la misma manera, puedes regular la recepción y combinarla con algo de magnesio o calcio para mantener un equilibrio.
Fumar
No solo daña tus pulmones, sino también los huesos, y aumenta el riesgo de fracturas. Las mujeres que fuman más a menudo producen menos estrógeno y experimentan la menopausia antes.
Mala postura
Aunque parezca increíble, una mala postura puede afectar toda tu salud ósea. Hoy en día conocemos un problema muy común llamado “postura de la cabeza inclinada”, y se da cuando miramos con frecuencia al mirar nuestros teléfonos, laptops o escritorio de trabajo.
La mala postura genera tensión en los músculos y puede contribuir o empeorar la osteoporosis.
Falta de sueño
La falta de sueño no solo afecta tu desarrollo y estado mental sino también el envejecimiento. Un estudio demostró que un descanso incompleto en las ratas detenía la formación del tejido óseo. También se pudo observar una continua disminución de densidad ósea. Estos resultados son casi idénticos a lo que sucede con los humanos. Asegúrate de dormir por lo menos 7 u 8 horas diarias.
Dieta pobre
Entre los alimentos de una dieta pobre encontramos los procesados, los azúcares refinados y la ingesta de alto contenido de sodio, cosas que podemos reemplazar con hojas grandes y verdes, frutos secos, verduras y platos ricos en calcio.
Tacones altos
Tus pies no son los únicos que sufren por este hábito tan normalizado, la presión se transmite a las piernas, a tu espalda y en definitiva al estado de tu estructura ósea. Para evitar que los tacones dinamiten la salud de los huesos, trata de utilizar zapatos con no más de 3 centímetros de altura, y los altos utilizarlos solo en momentos puntuales.