Antes de entrar a valorar si comer insectos es peligroso, la pregunta que probablemente se nos viene a la mente es un gigantesco por qué. No en vano, los insectos se han considerado una rara tradición de otras culturas.
Todavía hemos de esperar para que este alimento rico en proteínas y más seguro que las tradicionales fuentes alimentarias cárnicas entre en nuestras despensas. Sin duda, se necesita un drástico cambio de costumbres alimentarias.
¿Es una comida segura?
Nos provoca animadversión y surge un lógico miedo a las consecuencias que pudiera ocasionar comerlo de forma habitual, pero si bien entraña un peligro asociado a las condiciones de cría, se trata de una fuente de alimentación que transmite menos enfermedades al ser humano.
Además, si disponemos de carnes en abundancia, las razones deberían ser de mucho peso, y aún así cada uno tendrá su propia opinión. Sin embargo,conviene saberlas para que ésta no se base únicamente en el rechazo que provoca la simple idea de que los insectos pasen a formar parte de nuestra dieta.
Los riesgos
Lógicamente, comer insectos no significa ingerir los bichitos que andan por el mundo cazándolos al vuelo o colocando trampas. Los insectos silvestres entrañan un gran riesgo, lógicamente, aunque nos hemos comido más de uno y más de dos al morder una manzana o comer una ensalada…
Para que los insectos sean comestibles deben reunir una serie de condiciones. No solo proceder de criadores sino además realizarse una crianza que reúna garantías para el consumidor. De lo contrario, corremos el riesgo de sufrir alergias, intoxicaciones y envenenamientos.
En un intento de avanzar en el conocimiento de esta cuestión la autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha publicado una evaluación de los riesgos. La seguridad alimentaria no es un problema relacionado con los insectos como fuente de alimentación en sí, sino con las condiciones en las que de crían y procesan, desde la selección de especies hasta la elaboración de un producto final.
La evaluación de la EFSA de los riesgos que consumir insectos de cría puede implicar para humanos y animales domésticos se centró en un análisis de riesgos biológicos, químicos, de alergenicidad y a nivel ambiental.
El equipo de trabajo concluyó que los insectos utilizados en alimentos y piensos para animales domésticos tendrán riesgos biológicos y químicos en función de la forma de cría empleada. Además, se concluyó que el riesgo ambiental es similar al que entrañan otros sistemas de producción animal.
Sin embargo, por el pequeño tamaño de los animales y la facilidad de cría casi en cualquier parte, han proliferado los lugares de cría clandestinos. Es por ello que se hace necesario saber de dónde provienen.
Todavía no es común su venta en mercados pero sí podemos vernos en la situación de encontrarlos en algún restaurante o, por qué no, en reuniones de amigos que los hayan comprado o incluso criado en casa.
En estos casos, hay que ir con cuidado. Nuestra salud está en peligro. Una degustación de insectos de incierta procedencia puede acabar con una visita a urgencias.
Del mismo modo que no comeríamos unas setas sin conocer su origen, los insectos hoy por hoy son un bocado del que desconfiar. Sin que ello signifique que como fuente de alimentación pueda llegar a ofrecer todas las garantías.
Por último, el tratamiento de residuos sería la misma que las que se aplican a otros residuos, por lo que en este punto los puntos clave se refieren, sobre todo, a la generación de desechos. En este punto, la cría de insectos es más sostenible, tanto por lo que respecta al aprovechamiento como a una emisión de gases de efecto invernadero mucho menor.
¿La alimentación del futuro?
Aunque el peligro existe, éste no es mayor que el que pueda entrañar el consumo de otros tipos de carne. Acabar con el rechazo que profoca su consumo, sin embargo, es otro cantar. Un verdadero desafío, pues disponemos de carnes en abundancia y su consumo está muy arraigado en las sociedades occidentales.
Por lo tanto, las razones deberían ser de mucho peso, y aún así cada uno tendrá su propia opinión. Sea como fuere, conviene saberlas para que ésta no se base únicamente en el rechazo que provoca la simple idea de que los insectos pasen a formar parte de nuestra dieta.
Por ejemplo, actualmente millones de seres humanos consumen insectos de forma habitual y con la vigilancia necesaria, no mayor de la que ahora se realiza en la industria cárnica convencional, el riesgo no es mayor.
La seguridad alimentaria también se satisfaría en mayor grado. Por otra parte, la entomofagia (la ingesta de insectos, arácnidos y artrópodos) es una contribución que ayuda a cuidar el planeta y también la salud, pues está libre de grasas trans, y contienen grases saludables tipo omega 3 y omega 6.
¿Pero, y la ética animal? Lógicamente, ser vegano es una alternativa más respetuosa con los animales. Para muchas personas, matar insectos puede ser razón suficiente para no querer adoptar la entomofagia, y para otros justo lo contrario, viéndolo como alternativa a la granja tradicional.
Y, en todo caso, los insectos son una opción verde que ayuda a mejorar la salud del planeta y a alimentar a una población que no deja de crecer en un mundo cada vez más caliente, expuesto a eventos extremos que amenazan la seguridad alimentaria.
Una opción que, si empieza a introducirse en forma de harinas y de carne picada como la de siempre, quizá cobre un protagonismo inesperado.\
fuente :ecologiaverde