Los gorilas de montaña del Parque Nacional de los Volcanes en Ruanda comen hasta 30 kilos de plantas al día y su dieta es muy variada en un hábitat cada vez más fragmentado por la caza furtiva y la deforestación. Un estudio demuestra por primera vez cómo la morfología dental se adapta a los alimentos disponibles. La información de su desgaste dental sirve para identificar a los ejemplares que desaparecen.
Solo quedan poblaciones de gorilas de montaña (Gorilla beringei beringei) en la zona sur de los volcanes de Virunga, entre Ruanda, Uganda y la República Democrática del Congo, y el Parque Nacional de Bwindi en Uganda. Estos grandes simios, considerados en peligro de extinción en la Lista Roja de Especies Amenazadas, están amenazados por la caza furtiva, las enfermedades que transmiten los turistas que se adentran en la maleza en su busca y la deforestación debida a una alta densidad poblacional.
Para la protección de estos gorilas es clave la conservación de su hábitat, donde se halla la base de su alimentación que consiste en apio silvestre o bambú, y moras de zarza y raíces. Por esta razón, un equipo de científicos, liderado por el primatólogo Jordi Garbany, ha analizado por primera vez cómo afectan los hábitos alimentarios a estos primates que dedican gran parte de su tiempo a comer hasta 30 kilos de plantas por día.
El nuevo estudio, publicado en American Journal of Physical Anthropology, revela que estas costumbres contribuyen al desgaste dental de los gorilas, y que su morfología dental se adapta a los alimentos disponibles en el hábitat. Esto demuestra que los animales se acostumbran a las condiciones ecológicas que los rodean.
“Estos datos son muy importantes dado que si en algún momento encontramos un gorila muerto podemos atribuirle una edad a partir de sus dientes y, quizá, identificarlo de entre los gorilas que han desaparecido de los grupos de estudio o de los grupos de turismo”, comenta Garbany que trabaja para el Centro de Estudios Avanzados sobre Paleobiología Humana, de la Universidad George Washington (EE UU).
Los resultados se obtuvieron a partir del cálculo del porcentaje de dentina existente en los restos de gorilas identificados. Conocían la fecha de sus muertes, edad y estilo de vida gracias a la labor del Centro Internacional de Investigación Karisoke, de la Fundación Dian Fossey. A través del análisis, los investigadores descubrieron que las partículas abrasivas presentes en las raíces acelera la pérdida de esmalte en los molares, independientemente de la edad del gorila.
Según el trabajo pionero, estos grandes simios presentan un menor deterioro en su dentadura que sus homólogos de costa. Además, “hemos visto que los gorilas de montaña tienen un desgaste muy bajo en comparación con otras especies de primates. Por lo tanto, un cambio en la dieta podría afectar la calidad de vida de los gorilas, como ya se ha documentado para otros primates”, recalca el investigador.
Mejorar la protección de los gorilas de montaña
El estudio parte de los datos disponibles sobre los patrones de alimentación de los gorilas de montaña recogidos desde 2001 y constata que este tipo de estudios ayudan a entender la evolución de estos animales.
“Los dientes y su morfología están directamente relacionados con su funcionalidad. Su escaso deterioro, incluso más bajo que el de otras poblaciones como los gorilas de costa, demuestra que están adaptados a dietas relativamente blandas, muy basadas en hojas y vegetación terrestre, pero no frutos con cáscaras o semillas duras”, concluye el investigador español.
Los científicos proponen que se lancen proyectos para analizar la composición mineral del suelo, su relación con el efecto abrasivo de la vegetación y hacer un catálogo de alimentos que producen este deterioro con el objetivo de conocer mejor las adaptaciones de estos animales.
Fuente: SINC