La Gran Barrera de Coral australiana lleva años en la cuerda floja. Desde que los océanos comenzaron a acusar la acidificación de las aguas por el cambio climático, estos frágiles ecosistemas marinos han sufrido un blanqueamiento progresivo que a punto está de convertirse en irreversible si no se reacciona a tiempo.

Otros factores también son responsables de su declive, como apuntamos más adelante, y es su suma la que crea sinergias negativas que aceleran su destrucción. Según los expertos, cada vez más cerca de llegar a un punto de no retorno que supondría una tremenda catástrofe ambiental, al tiempo que supondría pérdidas millonarias para el país.

Los corales pierden su color

A principios de año, la ciencia nos reveló que el blanqueamiento de los corales batió todos los récords a causa de un aumento de las temperaturas de entre 1 y 2,7 grados centígrados. Fue en abril cuando se publicaron los resultados de un estudio de tres grandes universidades australianas, en el que se concluía que el 90 por ciento de los arrecifes estudiados “presentaban signos de blanqueamiento”.

De ellos, explicaron los científicos, en los siguientes meses se recuperaría una parte, pero alcanzar estas proporciones inéditas hasta ahora era una mala señal que exigía actuar de forma intensiva y urgente. Apuntaban, obvio, al fenómeno del cambio climático, cuyas causas antropogénicas señalaban a un claro culpable: el ser humano.

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Para ellos, las causas son evidentes. Sin la participación del ser humano, explicaron científicos de la Universidad de Melbourne, un blanqueamiento tan pronunciado hubiera sido “prácticamente imposible”. Del mismo modo que, por lo tanto, será de todo punto impracticable una solución que no tenga en cuenta la gravedad y globalidad del problema.

El investigador Terry Hughes, del Centro de Estudio de Arrecifes Coralinos, de la Universidad James-Cook en Australia, es uno de los científicos más activos, y de los primeros en anunciar que la situación no deja de empeorar. Sin alarmismos, siendo realista. Basándose en lo que sus ojos han visto, sencillamente.

Declive de la Gran Barrera de Coral: ¿un paraíso perdido?

“Estamos frente al episodio de blanqueamiento de corales más grave jamás registrado”, se lamenta. De los 93 por ciento de los corales decolorados, más de la mitad (en torno al 55 por ciento) han sufrido un “grave” deterioro. Afirmaciones que hace desde el conocimiento directo:

Hemos sobrevolado un millar de arrecifes. Los hemos estudiado para ver si se habían blanqueado y en qué proporción lo habían hecho. La mayor parte de esta decoloración se observa en la parte norte de la Gran Barrera, justo en el lugar que se creía perfectamente conservado, pues está lejos de las actividades humanas, como la agricultura, la pesca, los puertos…

Un entorno amenazado

Además del blanqueamiento, los corales de la Gran Barrera de Coral sufre daños por las tempestades y las estrellas de mar tóxicas, además de la actividad minera y el impacto ocasionados por el turismo. No en vano, con sus 2.500 de largo por una superficie de 344.400 km2, se trata de una atracción turística de primer orden.

Declive de la Gran Barrera de Coral: ¿un paraíso perdido?

Pero, sobre todo, de un entorno protegido, declarado patrimonio de la humanidad, cuya conservación depende, sobre todo, de la reducción de las emisiones de CO2 generadas a nivel mundial. En la práctica, así pues, se ha llegado a un conflicto a la hora de establecer políticas, pues si el país tiene una fuerte dependencia de los combustibles fósiles, no lo hace menos de la Gran Barrera.

Uno de los requisitos clave que precisa este valioso entorno para su conservación, lógicamente, está relacionado con la toma de medidas urgentes a nivel global, que realmente cumplan los objetivos establecidos en el Acuerdo Climático Global adoptado en la Conferencia del Clima, celebrado en París el pasado mes de diciembre (COP21).

No puede olvidarse, sin embargo, que a día de hoy los compromisos de los estados no bastan para mantener el calentamiento global por debajo de la barrera de los 2 grados centígrados, con respecto a los niveles preindustriales. Y, por otra parte, también es una realidad que numerosos estudios han hecho pronósticos que no permiten esperar tanto.

Declive de la Gran Barrera de Coral: ¿un paraíso perdido?

Entre otros estudios, una investigación del 2011 pronostica su fin para el 2050, mientras otras lo sitúan en 2100. El Centro para la ciencia del sistema climático (ARCCSS, por sus siglas en inglés), un organismo financiado por el gobierno australiano ha hecho una afirmación estremecedora: “La mayoría de los corales de la Gran Barrera podría haber desaparecido cuando un niño nacido ahora cumpla los 18 años”, un anuncio que se suma a otras no menos pesimistas.

De acuerdo con este mismo organismo, “grandes partes de la Gran Barrera de Coral morirán de aquí al 2034 si no reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero”, advirtió en un comunicado emitido a finales de este mes de abril.

Un paraíso (casi) perdido

¿Será la Gran Barrera de Coral un enfermo con una mala salud de hierro? ¿O quizá ha comenzado su cuenta atrás de forma imparable? Más allá de su declive, de sobra conocido, el quid de la cuestión está en la reacción que pueda tener el mundo a corto y medio plazo para la detención del avance del cambio climático. Y, cómo no, también el gobierno australiano en este mismo tema y en otros, pues preservarla implica mucho más que reducir el CO2.

Declive de la Gran Barrera de Coral: ¿un paraíso perdido?

Ahora, más que nunca, un gran interrogante pesa sobre la joya del patrimonio australiano, paraíso natural y fuente de riqueza que constituye este vasto y maravilloso enclave. Los recientes estudios anuncian un fin inminente, mucho más rápido de lo que se esperaba, que podría hacerla desaparecer en apenas unos pocos lustros.

Con ella, desaparecería el conjunto coralino más grande del mundo, con una biodiversidad apabullante: compuesto por más de 400 especies de corales y más de 1.500 especies de peces. Tan largo como Italia con sus 2.300 kilómetros de largo, un lugar asombroso que, más allá de su hermosura, sirve de hábitat a un sinfín de criaturas, con lo que “si desaparecen, todo el ecosistema ser verá terriblemente afectado”, sentencia Hughes.

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