La misión Cassini llega a su final después de 13 años estudiando el sistema de Saturno. En las 292 órbitas que ha completado alrededor del planeta, ha ofrecido datos en profundidad de su campo magnético y sus anillos, entre otros aspectos,  ha descubierto unos mundos no vistos hasta entonces en Titán y en las lunas heladas del gigante gaseoso.

 

El orbitador, además, va a aprovechar el final de su vida para seguir estudiando Saturno a la mayor proximidad posible. Su combustible está agotándose y, para evitar contaminaciones de algunas lunas heladas, Cassini se precipitará contra la atmósfera del planeta a una velocidad de 35 km/s y con una inclinación de 15º, desintegrándose en las capas superiores. En su zambullida, sus instrumentos dedicados a la medición del campo magnético, el plasma, el gas y el polvo de los anillos estarán operativos porque su final ofrece, en palabras de Nicolas Altobelli, científico de proyecto de ESA en Cassini-Huygens, “una oportunidad única para hacer ciencia nueva; se medirá detalladamente el campo magnético de Saturno, y se medirá detalladamente su campo gravitatorio, para entender su estructura interna”.

 

También se aprovechará para intentar dilucidar una de las cuestiones más persistentes del sistema del planeta; si los anillos se formaron al mismo tiempo que Saturno o si son más jóvenes. Para ello, Cassini medirá su masa en sus últimos instantes antes de desintegrarse.

 

El orbitador entró en la órbita de Saturno en 2004 y uno de los primeros momentos importantes de su misión fue el aterrizaje del módulo Huygens, de la ESA, en Titán. El satélite había sido uno de los que más habían despertado el interés de los científicos tras el sobrevuelo de Voyager 1, en 1980, sobre todo porque no se sabía gran cosa de él. La presencia de un velo cubriéndolo impedía que se pudiera observar su superficie.

“Huygens permitió ver por primera vez su superficie”, explica Altobelli, y la integración de sus datos con las observaciones de radar de Cassini ha permitido detectar lagos de metano y trazar su evolución con los cambios de estación. “Titán es el objeto geológico más parecido a la Tierra geológicamente”, apunta Miguel Pérez Ayúcar, que fue ingeniero de operaciones de Huygens. La luna, además, ha sido fundamental para  modificar las trayectorias de Cassini.

 

Sin embargo, aunque ver imágenes de la superficie de la luna fue de los instantes más destacados de la misión, ha sido Encélado el satélite que más ha sorprendido a los investigadores. Altobelli explica que “es una luna helada activa”, y que el descubrimiento de sus géiseres desde el polo sur llevó a un rediseño de la misión para tener más oportunidades de sobrevolarla y continuar observándola. Ese hallazgo, además, lleva a que se piense que en estos satélites helados puede haber posibilidades de que aparezcan formas de vida. “En Encélado hay actividad hidrotérmica en el fondo del mar bajo su corteza”, apunta Altobelli, que añade que “en las fuentes hidrotérmicas de la Tierra hay vida. Es un tipo de vida que no depende de la luz del sol, sino que depende de energía química”.

 

La misión ha permanecido en Saturno durante más de una década, con lo que ha tenido la oportunidad de estudiar el sistema durante, aproximadamente, la mitad de su órbita alrededor del Sol, de 30 años. Cassini llegó al planeta durante el solsticio de invierno del polo norte y terminará sus operaciones en el solsticio de verano, con lo que habrá registrado los cambios provocados en todo el sistema por las variaciones en iluminación solar. Por ejemplo, el orbitador descubrió que las grandes tormentas en la atmósfera del planeta están condicionadas por la luz del Sol, y todavía podría realizar un último gran descubrimiento antes de desintegrarse.

 

Las mediciones actuales del campo magnético de Saturno establecen que está alineado con el eje de rotación, lo que no es posible. “El campo debería desaparecer en varios millones de años”, señala Nicolas Altobelli. Sin embargo, Cassini no había podido refinar sus mediciones hasta ahora, cuando se aproximará lo suficiente como para confirmar, o no, este detalle.

 

Con el final de esta misión, se cierran veinte años destinados al estudio de Saturno por parte de cientos de científicos de 17 países, y pertenecientes a dos generaciones diferentes, pero eso no quiere decir que su legado vaya a acabarse también ahí. La próxima misión de la ESA a los gigantes gaseosos del Sistema Solar es JUICE, que volará a Júpiter y orbitará las lunas Ganímedes, Calisto y Europa. “Medirá la magnetosfera de Júpiter de una manera similar a Cassini”, señala Altobelli, y continuará con sus investigaciones sobre la posibilidad de que las lunas heladas del Sistema Solar alberguen vida.

(Fuente: ESA)

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