El Monitor de Interacciones Atmósfera-Espacio (ASIM) se instalará fuera del laboratorio espacial europeo Columbus para vigilar la aparición de eventos eléctricos a gran altitud.
Su existencia lleva años debatiéndose: huidizas descargas eléctricas en la alta atmósfera con nombres peculiares como espectros rojos, chorros azules o elfos. Aunque han sido detectados por pilotos, resultan difíciles de estudiar, ya que se producen por encima de las tormentas eléctricas.
Los satélites los han rastreado e incluso se han realizado observaciones desde lo alto de montañas, pero el ángulo de visión no es el adecuado para recopilar datos a gran escala. Sin embargo, la baja órbita de la Estación Espacial Internacional cubre una gran parte de la Tierra a lo largo del ecuador y resulta idónea para capturar espectros y chorros.
En 2015, el astronauta de la ESA Andreas Mogensen registró numerosos destellos azules de varios kilómetros a unos 18 km de altitud, incluyendo un chorro azul pulsante que alcanzó los 40 km. Un vídeo grabado por Andreas mientras sobrevolaba desde la ISS la bahía de Bengala, a 28.800 km/h, muestra por primera vez claramente estos fenómenos eléctricos.
Astrid Orr, de la ESA, explica que el sistema “se parece a una antigua cámara estenopeica, pero repetida cientos de veces; a continuación, un ordenador combina los datos para formar una imagen útil”.
Los investigadores desean estudiar la relación entre las emisiones de rayos gamma terrestres, los relámpagos y las descargas eléctricas a gran altitud durante las distintas estaciones realizando un seguimiento y recopilando datos de forma continua durante al menos dos años.
Además de ser un fenómeno poco comprendido y parte de nuestro mundo, estas potentes descargas eléctricas pueden alcanzar zonas muy por encima de la estratosfera e influir en cómo nuestra atmósfera nos protege de la radiación espacial. (Fuente: ESA)