La necesidad de robots que arranquen malas hierbas dimana de dos problemas. Uno es la falta de herbicidas óptimos para un uso en ciertos cultivos como por ejemplo lechuga, brócoli, tomate y cebolla. Otro es el hecho de que identificar y arrancar manualmente las malas hierbas exige mucho tiempo a los agricultores. Sin pesticidas, el trabajo se vuelve enorme en campos grandes.
A fin de hacer posible una adecuada vigilancia de la aparición de malas hierbas en terrenos agrícolas y arrancarlas, sin tener que consumir el ingente tiempo que exige la tarea si los agricultores la hacen directamente, en los últimos tiempos se han diseñado robots, con distintos niveles de autonomía de actuación, para realizar esta labor. Su comercialización promete crecer mucho en poco tiempo y en el futuro podrían convertirse casi en una herramienta más para el trabajo en grandes extensiones de terreno agrícola.
Steven Fennimore, un especialista de la Universidad de California en la ciudad estadounidense de Davis, lleva ya unos diez años trabajando en esta materia. Colabora con científicos en universidades y empresas para modificar y ensayar los robots de identificación y extracción de malas hierbas. Estos utilizan diminutas hojas cortadoras que entran y salen para arrancar las malas hierbas sin dañar los cultivos. Fennimore afirma que aunque la tecnología no es perfecta, va mejorando contantemente.
Los robots están programados para reconocer un patrón y pueden diferenciar entre una planta y el suelo. Sin embargo, en la actualidad tienen problemas para diferenciar entre una mala hierba y una planta de cultivo. Esta cuestión ha motivado que algunas compañías están adiestrando a las máquinas para diferenciar una mala hierba de, por ejemplo, una planta de lechuga. Fennimore también está trabajando con ingenieros en un sistema para etiquetar de modo sencillo pero eficaz la planta de cultivo a fin de que los robots la identifiquen claramente y se elimine el riesgo de que la dañen.
“El problema con estas máquinas, ahora mismo, es que pertenecen a la versión 1.0, y que existe todavía un tremendo margen para mejoras”, señala Fennimore. “Su incapacidad de poder diferenciar debidamente entre una mala hierba y una planta de cultivo requiere que el agricultor sea muy preciso a la hora de usarlas”.
Aún así, Fennimore apuesta por el futuro de estos robots: “Creo que lo que hace mejores a los robots que arrancan malas hierbas respecto a los herbicidas es que esta tecnología basada en la electrónica es muy flexible y puede actualizarse fácilmente. Todos actualizamos constantemente nuestros teléfonos y ordenadores, lo cual es una señal indicadora de que se trata de tecnología flexible y robusta”.