A pesar de las continuas campañas nacionales que las promueven, existen grupos de personas que prefieren evitar las vacunas. ¿Pero cuáles son los fundamentos y los riesgos de este tipo de prácticas?

 

“En la provincia de Santa Fe hay lugares con un cien por ciento de éxito en las vacunaciones, pero hay otros donde el porcentaje es bajo: entre un 85 y un 90 por ciento que se vacuna. Aunque parezca una buena cifra, un 10 o 15 por ciento no inmunizado es mucho. En esos grupos se cuentan quienes no se vacunan por cuestiones ideológicas y que conforman lo que se conoce como ‘bolsón de susceptibles’”, expresó el médico infectólogo Gustavo Ezcurra, profesor en Medicina y docente de la Facultad de Ciencias Médicas (FCM) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) (Argentina).

 

En este sentido, apuntó que la opción por no aceptar las vacunas era una tendencia que se veía más afuera del país. “Sin embargo, en Argentina hay grupos antivacunas que no se previenen ellos pero tampoco a sus hijos. Tenemos problemas para hacerles ver que el de las vacunas es un problema personal, pero también social, porque genera lo que denominamos ‘efecto rebaño’: alguien que se inmuniza también protege a las personas que le rodean”, aseveró.

 

Ezcurra destacó también que los partidarios de no vacunarse argumentan que es mejor contraer la infección: “Hay mucha evidencia de que a veces uno se enferma y no sucede nada, pero hay enfermedades que conllevan riesgos. Por ejemplo, la varicela se agrava en cada miembro de la familia que se contagia, hay más riesgos de lesiones y de complicaciones”, afirmó.

 

“Por otro lado, como se han desarrollado muchas vacunas, alegan que los pacientes tienen una sobrecarga de estímulos, de antígenos, de enfermedades a las cuales están expuestos indirectamente. Sin embargo, no es cierto porque se hacen estudios previos para saber si las vacunas interaccionan o comprometen la eficacia de otras. Sabemos que el sistema inmune sabe manejar los tipos de vacunas, las dosis y los intervalos en que se aplican. A la vez, existen lugares donde se puede denunciar si se detectan efectos adversos, lo cual demuestra que las campañas de vacunación no están libradas al azar”, adujo.

 

Ezcurra, que también es Jefe de la Sección Infectología y División Programas Prioritarios del Hospital de Niños Orlando Alassia, agregó que las vacunas no carecen de riesgos, pero que son muy controlados por medio de estudios clínicos: “De todos modos, si pasan esos estudios y luego se detectan problemas, se quitan del mercado”, subrayó.

 

“También dicen que las vacunas poseen componentes contraproducentes, como el aluminio y el mercurio, por ejemplo, pero las cantidades que contienen no son tóxicas. Además, cada vez tienen menos de esos compuestos”, reconoció.

 

Asimismo, el médico puso énfasis en la necesidad de sumarse a las campañas nacionales, como las que se realizan contra el sarampión, la rubéola y la poliomielitis, que se previenen con la vacuna Doble Viral y la Sabin, incorporadas al calendario oficial al año y a los cuatro años de edad. “El esfuerzo está puesto particularmente en combatir las dos primeras, porque son enfermedades en vías de eliminación. El sarampión es una enfermedad potencialmente riesgosa, con morbilidad y mortalidad. La rubéola en sí no es severa, pero el contagio a embarazadas puede provocar problemas graves, porque el chico puede nacer con sordera, ceguera e incluso corre riesgo de vida”, indicó Ezcurra.

 

En cuanto a la poliomielitis, mencionó que es una enfermedad que puede producir parálisis: “El último caso que se dio en América fue en 1991, mientras que en Argentina se produjo en 1984. Mientras tanto, el último de sarampión fue en 2008 y de rubéola, en 2009”, contó.

 

“Son enfermedades controladas, pero con los viajes internacionales hay riesgos de introducirlas nuevamente al país. Por ejemplo, en el mundial de de fútbol de Sudáfrica, en 2010, circulaba sarampión, por eso hubo gente que se contagió allá y la trajo. Lo mismo pasó con el mundial de Brasil. Por otro lado, en agosto llegó un alerta por una turista japonesa que entró a Argentina con sarampión. Son casos importados”, sostuvo.

 

Según el especialista, las primeras dosis de vacunas se aplican al año de edad, por lo cual hay una gran franja de niños en riesgo de enfermarse. “A ellos hay que sumarles los que no se vacunan por cuestiones ideológicas. Por eso se insiste en la importancia de tener los calendarios al día y en que la mayoría de la gente se inmunice”, enfatizó.

 

“Otro grupo de riesgo es el que se conoce como ‘de falla primaria’, un 5 por ciento de inoculados a los que no les hace efecto la vacuna. Es por eso que esta campaña extra apunta también a reforzar la inmunidad de esos grupos vacunándolos nuevamente”, detalló.

 

Por último, Ezcurra resaltó la necesidad de difundir las campañas: “Es preciso prevenir las patologías, porque a pesar de estar controladas puede haber introducciones en el país. A partir de la acumulación de personas las enfermedades pueden volver, porque siguen circulando en otros países. Hay que mantener el alerta”, culminó. (Fuente: Argentina Investiga)

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