El Senado holandés ha aprobado la ley de donación de órganos, una de las más polémicas de la historia reciente. Entrará en vigencia en dos años. Habiendo vencido el debate, ahora la donación de órganos pasará a ser en Holanda la norma, y no la excepción. Así se superará el problema de la dificultad para conseguir donantes, y se salvarán cientos de vidas.
A partir de ahora, todos los ciudadanos mayores de 18 años serán automáticamente donantes y sus datos figurarán en un registro nacional. Los que no quieran hacerlo deberán dejar constancia por escrito. Los familiares, por su parte, tendrán la última palabra en caso de duda, aunque no un veto formal. Dicha fórmula, algo confusa, ha facilitado el visto bueno de los senadores.
Antecedentes
El Congreso holandés ya aprobó la ley en 2016 por una mayoría raspada: 75 votos contra 74. Los liberales de izquierda, que han patrocinado y presentado el proyecto, la consideran indispensable para reducir la escasez de órganos para trasplantes disponibles en el país. Según el Centro Nacional que los gestiona, en 2015 fallecieron 132 personas incluidas en las listas de espera. En estos momentos, el actual registro de donantes suma seis millones de personas: un 60% da su consentimiento, un 29% lo rechaza y un 11% lo deja en manos de terceros. Ahora, la ley entrará en vigor en 2020.
¿Por qué existe el debate sobre algo tan noble como donar vida?
Los contrarios a la ley, repartidos casi a partes iguales en todos los grupos políticos con los partidarios, sostienen que lesiona el derecho de las personas a decidirse por algo tan íntimo y trascendente. También alegan que puede resultar confuso para la gente la noción misma de que son donantes mientras no se diga lo contrario, tal y como dicta la nueva norma.
Para sortear ambos escollos, Pia Dijkstra, la diputada liberal de izquierda que redactó el proyecto de ley (aprobado por por 38 votos contra 36), lo adaptó. A partir de ahora, todos los adultos recibirán varias veces una notificación oficial preguntando si quieren ser donantes de órganos. La respuesta afirmativa o negativa no presenta problemas.
Ante la falta de ambas, en el carné de donante que tendrá todo el mundo figurará un “no se opone”. De esta forma, llegado el caso, la familia podrá demostrar que el fallecido no quería ser donante, aunque nunca llegara a decirlo oficialmente. De ahí que la última palabra dependa de los parientes, pero no así un veto, si en el carné consta el sí o el no.