Antes de la Era Cristiana, los huevos eran un símbolo de vida y fertilidad. Se decoraban huevos de tortuga o pato con colores brillantes. Ésta era una actividad realizada en familia y los huevos eran regalados a parientes o amigos cercanos.
La costumbre de regalar huevos para Pascuas tuvo diversas variantes según la zona geográfica en la que se adoptó. Algunos los relacionan con el sentido de la “vida nueva”, ya que para los cristianos la Pascua es la resurrección de Cristo. En muchos lugares se acostumbra esconder los huevos para que los niños los busquen. La versión de chocolate surgió en Europa a principios del siglo XIX. A diferencia de los huevos de chocolate actuales, éstos eran macizos, decorados con más chocolate o formas de azúcar.
Con la industrialización, la costumbre de regalar huevos para Pascuas creció exponencialmente, ya que e convirtieron en un producto masivo y con múltiples variantes: rellenos con confites, caramelos, de chocolate negro o blanco, con bombones o más huevos pequeños adentro. Hay opciones de todos los tamaños y nadie se resiste a comer uno.
