Cuando los hombres se emparejan y tienen hijos a menudo experimentan una disminución en sus niveles de andrógenos, las hormonas sexuales masculinas. Así lo han demostrado varios estudios científicos que han explicado que esto podría deberse a que los andrógenos, como la testosterona, se asocian comúnmente a la agresión y la competencia entre individuos. Al reducirse, los padres son capaces de fomentar el vínculo con sus hijos y por tanto su cuidado.

 

Una nueva investigación realizada sobre otro primate, el lémur de vientre rojo (Eulemur rubriventer), sugiere una historia diferente. El estudio, publicado en la revista Physiology and Behavior, revela que los niveles de andrógenos de los lémures macho se mantienen elevados y esto no obstaculiza su capacidad de atender a sus crías. En realidad, los niveles aumentan cuanto más participan en el cuidado infantil.

 

Para llegar a estos resultados, la científica Stacey Tecot, de la Universidad de Arizona (EE UU), que ha estudiado a estos animales durante 18 años en el Parque Nacional Ranomafana en Madagascar, analizó cómo fluctúan los niveles hormonales de los machos mientras cuidan de su descendencia.

 

“Cuando imaginamos la atención paternal, tendemos a pensar que una menor cantidad de andrógenos significa menos agresión y comportamientos más dirigidos a la alimentación, pero esta investigación nos dice que en los lémures, los andrógenos no están inhibiendo la atención infantil y que en realidad podrían facilitarla”, recalca Tecot.

 

 

Los lémures de vientre rojo viven en grupos muy unidos de tres a cinco individuos: una hembra adulta, un macho adulto y su descendencia. El macho y la hembra no se reproducen más de una vez al año. Al igual que los humanos, varios ejemplares se hacen cargo del bienestar de sus crías. En el caso de estos mamíferos, además de los padres, pueden intervenir otros miembros de la familia, como los hermanos.

Junto con la antropóloga Andrea Baden del Hunter College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (EE UU), Tecot basó sus hallazgos en el análisis de muestras fecales recogidas del suelo y en observaciones durante un período de dos años a 56 lémures de vientre rojo de 13 grupos. Se registraron cinco tipos de comportamientos: acicalamiento, juego, transporte, porte y cariño.

 

Los resultados mostraron que cuanto más se involucraban los padres en el cuidado, mayores eran sus niveles de andrógenos, salvo en la conducta de portador. El aumento de estos niveles, además, solo se detectó en los padres. Las investigadoras asocian este fenómeno al desarrollo de una crianza protectora, más que a la necesidad de apareamiento, ya que este solo tiene lugar una vez al año.

 

“Cuando cuidas a un niño, no solo hay comportamientos dirigidos a la alimentación, también es importante la protección”, señala Tecot, que subraya que incluso hubo machos que dedicaron más tiempo a la crianza que las hembras. El equipo propone que se consideren en futuros estudios cómo fluctúan los niveles de andrógenos de los hombres en función de su participación en el cuidado de los hijos. (Fuente: SINC)

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