Un grupo de investigadores de la Universidad Rovira i Virgili (URV) (Catalunya, España) han demostrado que la ingesta de alimentos con carbohidratos de alto índice glucémico, como pueden ser los cereales refinados, el pan y pastas blancas o los dulces, aumentan el riesgo de sufrir una fractura osteoporótica. Son alimentos que se descomponen rápidamente durante la digestión y liberan glucosa en la sangre.
Recientes estudios han puesto de manifiesto la importancia de la calidad de los carbohidratos para una mejor salud cardiovascular, un mejor control de la glucemia y, por lo tanto, la diabetes tipo 2, y se ha visto que podría tener también beneficios para algún tipo de cáncer. No obstante, esta es la primera vez que se demuestra la importancia de la calidad de los hidratos de carbono sobre la salud ósea y el consecuente riesgo de fractura.
Son los resultados de un estudio coordinado por la Unidad de Nutrición Humana de la URV-IISPV del Departamento de Bioquímica y Biotecnología de la URV que ha sido realizado por el investigador predoctoral Jesús F. García-Esparver y liderado por la investigadora Mónica Bulló y el catedrático de Nutrición y Bromatología de la URV, Jordi Sales-Salvadó, miembros de la Red CIBER. El grupo de expertos atribuye estos beneficios sobre la salud ósea a la calidad nutricional de los hidratos de carbono de bajo índice glucémico con alto contenido en fibra, antioxidantes y otras sustancias bioactivas con potencial antiinflamatorio.
Este trabajo, publicado en la revista American Journal of Clinical Nutrition, se realizó en un total de 870 personas de entre 55 y 80 años con alto riesgo cardiovascular. Los participantes se reclutaron a través de los Centros de Atención Primaria del Instituto Catalán de la Salud de las comarcas de Tarragona. Después de un seguimiento de casi 9 años de media, el grupo de investigadores han comprobado que aquellas personas que seguían una dieta con carbohidratos de mayor índice glucémico presentaban mayor riesgo de sufrir este tipo de fracturas independientemente de otros factores de riego asociados como la edad, el sexo o la diabetes tipo 2. Los datos se recogían a través del registro anual de la alimentación mediante cuestionarios específicos para tener en cuenta el efecto de posibles cambios que se pueden producir durante estos años sobre el riesgo de fracturas. (Fuente: URV)