La forma en que los bilingües controlan sus dos lenguas, cómo cambian de una a otra sin aparente esfuerzo y los mecanismos neurales que subyacen a estos procesos han sido algunas de las preguntas más relevantes en el campo de la investigación en ciencia cognitiva del multilingüismo recientemente.

 

Sin embargo, la mayoría de los estudios se han centrado en una implementación poco natural y basada en paradigmas de laboratorio estrictos en los que el cambio o alternancia de lenguas ocurre en respuesta a una serie de claves que indican a los bilingües qué idioma usar y cuándo cambiar.

 

Por ejemplo, ante la presencia de una bandera determinada acompañando a un dibujo, el nombre de ese dibujo debe decirse en una lengua, y si la bandera cambia, la lengua utilizada para denominar el dibujo debe cambiar también.

 

Estos estudios generalmente muestran que para los bilingües es más fácil usar una lengua que usar dos para denominar los objetos. Pese a esto, la percepción en las conversaciones que se mantienen en la calle en sociedades con presencia de varias lenguas indica algo diferente, y apunta a que la gente mezcla lenguas de manera voluntaria y sin apenas esfuerzo.

 

Un estudio, realizado por el Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) y la Universidad Nebrija (España), demuestra que cuando los bilingües son libres de usar sus dos idiomas de la manera que desean, pueden llegar a denominar los objetos que ven incluso más rápido que cuando se les fuerza a usar solamente una de sus lenguas.

 

“Una de las capacidades menos valorada, pero más interesante de los bilingües es la de alternar entre lenguas con aparente sencillez cuando el contexto se lo permite”, señala Ángela De Bruin, investigadora del BCBL y autora del estudio.

 

Así, este trabajo demuestra que existe una fuerte tendencia a alternar de manera natural entre lenguas, en contra de lo que se podría haber esperado desde perspectivas más puristas sobre el uso de la lengua. “Este estudio pone de manifiesto las ventajas de favorecer la mezcla de lenguas”, manifiesta Jon Andoni Duñabeitia, investigador de la Universidad Nebrija y coautor del estudio.

 

En la investigación se pidió a bilingües del País Vasco que hablaban castellano y euskera que nombrasen imágenes. Los bilingües tenían que nombrar todas las imágenes en un solo idioma (euskera o castellano), o podían nombrar las imágenes en el idioma de su elección.

 

El primero de los hallazgos de los investigadores fue que cuando se permitió a los participantes utilizar la lengua que quisieran, los bilingües alternaron con mucha frecuencia entre el castellano y el euskera. “Si dejamos a los bilingües alternar entre sus lenguas, lo harán más de lo que creemos”, subraya De Bruin.

 

El segundo de los hallazgos también fue sorprendente. Al medir el tiempo que tardaban en denominar las imágenes, los científicos descubrieron que los bilingües tardaban menos en recuperar y producir el nombre de las imágenes cuando usaban dos lenguas que cuando se les pedía que usasen un solo idioma. Es decir, no solamente alternaban voluntariamente entre lenguas de una manera muy frecuente, sino que esto hacía que sus producciones verbales fueran más rápidas.

 

Estos descubrimientos muestran que, contrariamente a lo que a menudo se cree, el uso de dos lenguas no siempre resulta en un esfuerzo negativo, y depende del contexto. En muchas ocasiones, las dos lenguas de un bilingüe se utilizan en contextos diferentes.

 

Por ejemplo, un bilingüe puede usar una lengua en la escuela y otra en el hogar, o una lengua en su entorno familiar próximo y otra con los amigos. En estos contextos, obviamente, el bilingüe necesita asegurarse de que se utiliza el idioma apropiado y que se controla adecuadamente la posible interferencia de la otra lengua.

 

Pero en otras situaciones en las que un bilingüe se encuentre rodeado por otros bilingües que también hablan esas lenguas de manera fluida, la alternancia entre ambos idiomas puede ser voluntaria, libre y positiva. Como De Bruin y sus colegas mostraron, en este tipo de contextos, el uso libre de las dos lenguas puede costar menos esfuerzo y ser más ágil que el uso de una única lengua.

 

Estos hallazgos también tienen implicaciones importantes para la forma en que se usan las lenguas en contextos escolares. Los sistemas educativos bilingües a menudo promueven el uso de un solo idioma en el marco de una asignatura concreta, y desalientan a los niños a mezclar sus lenguas. Sin embargo, los resultados demuestran que la mezcla de idiomas no es signo de un uso pobre del lenguaje ni denota bajo nivel competencial en las lenguas. Muy al contrario, y como defiende Duñabeitia, “el uso libre de las dos lenguas puede ayudar a los bilingües a comunicarse de manera más eficiente y con menos esfuerzo, favoreciendo la inclusión lingüística”. (Fuente: Universidad Nebrija)

Publisher: Lebanese Company for Information & Studies

Editor jefe: Hassan Moukalled


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