Investigaciones anteriores habían determinado que el Alzheimer se produce por la acumulación de dos proteínas anormales: beta amiloide y, especialmente, la tau. Esta última proteína, abundante en el sistema nervioso central y periférico, es la que destruye las células nerviosas, provocando la pérdida de la memoria y de otras funciones cognitivas.
Lo que ha descubierto la nueva investigación es el momento en el que la proteína tau se vuelve tóxica, antes de que pueda empezar a dañar las neuronas. “Pensamos en esto como el ‘Big Bang’ de la patología tau. Es una forma de observar desde el principio del proceso de la enfermedad”, explica Mark Diamond, Director del Centro de Alzheimer y Enfermedades Neurodegenerativas de UT Southwestern, en un comunicado.
“Este es quizás el hallazgo más grande que hemos realizado hasta la fecha, aunque es probable que pase algún tiempo antes de que pueda traducirse en tratamientos clínicos. De momento cambia mucho la forma en que pensamos sobre el problema”, añade.
El estudio, publicado en la revista eLife, contradice la creencia anterior de que una proteína tau aislada no tiene una forma definida y que sólo es dañina después de que comienza a ensamblarse con otras proteínas tau para formar los distintos ovillos observados en los cerebros de los pacientes de Alzheimer.
Los científicos hicieron el descubrimiento después de extraer proteínas tau de cerebros humanos y aislarlos como moléculas individuales. Descubrieron que cuando la proteína tau se vuelve tóxica, una parte de ella se adhiere a otras proteínas tau, formando así las marañas que luego terminan matando las neuronas.
Estas acumulaciones anormales de la proteína tau pueden acumularse dentro de las neuronas, formando hilos enredados y, finalmente, dañan la conexión sináptica, originando así la enfermedad de Alzheimer.
Tau, la clave
Investigaciones anteriores de este mismo equipo habían determinado que tau actúa como una proteína infecciosa que se puede diseminar como un virus a través del cerebro. También había establecido que tau puede formar muchas cepas distintas en el cerebro humano, e incluso había desarrollado métodos para reproducir estas cepas en el laboratorio. Su investigación más reciente indica que una única forma patológica de proteína tau puede tener múltiples formas posibles, cada una asociada con una forma diferente de demencia.
El nuevo estudio proporciona una nueva comprensión de la naturaleza cambiante de forma de una molécula tau, justo antes de que empiece a adherirse a sí misma para formar agregados más grandes.
El hallazgo permite pensar en una nueva estrategia para detectar la enfermedad de Alzheimer antes de que arraigue y permitirá desarrollar tratamientos que estabilicen las proteínas tau antes de que cambien de forma y desencadene la destrucción de neuronas.
Según Diamond, “la búsqueda continúa para conseguir un tratamiento que bloquee el proceso de neurodegeneración allí donde comienza. Si funciona, la incidencia de la enfermedad de Alzheimer podría reducirse sustancialmente. Sería algo realmente sorprendente.”
Según la Organización Mundial de la Salud, el Alzheimer afecta al 20 por ciento de la población mayor de 80 años.
Fuente: tendencias21.net