Actualmente los aceites lubricantes de motor usados están considerados como uno de los contaminantes líquidos más importantes en la Unión Europea. Poco más del 60% se puede reciclar, el resto es incinerado con el objetivo de aprovechar su poder energético, lo que conlleva altos riesgos de contaminación medioambiental. Investigadores de la Universidad de Salamanca trabajan para innovar en este campo. En concreto, pretenden utilizar una tecnología muy avanzada, la gasificación de los aceites con agua supercrítica, para transformarlos en otros compuestos valiosos.
“Nuestro grupo ha sido pionero en España en las investigaciones y el uso del agua supercrítica”, declara Francisco Salvador Palacios, científico del Grupo de Investigación Reconocido (GIR) ‘Fluidos Supercríticos y Carbones Activados’, que tiene más de dos décadas de experiencia en este campo.
“El agua, cuando se calienta por encima de 374 grados centígrados y 220 bares de presión, alcanza el estado supercrítico. En ese estado el agua no es un líquido ni tampoco un gas, se convierte en un fluido más o menos denso con propiedades y características muy sorprendentes. Una de las aplicaciones más interesantes que tiene el agua supercrítica es su facilidad para destruir muy eficazmente contaminantes orgánicos tóxicos y peligrosos”, agrega.
Su compañera del Departamento de Química Física María Jesús Sánchez Montero explica que el aceite usado de motor es “uno de los residuos más abundantes y contaminantes que existen”. De hecho, se estima que en España se generan cada año unas 253.000 toneladas. Por eso destaca la importancia de desarrollar una tecnología eficaz para transformarlos en “compuestos de alto valor energético”, como el hidrógeno y el metano.
Hasta ahora el método más empleado para aprovechar los aceites usados de motor era como combustible en hornos de cemento, pero resulta muy perjudicial para el medio ambiente, mientras que otras alternativas para destruirlos y para extraer la energía que contienen han mostrado una eficacia muy baja.
Por eso, los investigadores de la Universidad de Salamanca (España) se plantearon el uso del agua supercrítica. El proyecto se ha desarrollado gracias a la convocatoria Prueba de Concepto de la Fundación General de la Universidad de Salamanca y el programa TCUE de la Junta de Castilla y León, cofinanciado con fondos FEDER. Los ensayos han tenido lugar en la instalación de gasificación que el grupo tiene en el Departamento de Química Física.
Mezclas de agua y aceite son introducidas, mediante bombas de alta presión, en un reactor tubular colocado en el interior de un horno donde se calientan a la temperatura deseada. “El agua supercrítica reacciona rápidamente con el aceite transformándolo en productos líquidos y gaseosos, los cuales son enfriados y separados en un separador líquido-gas. Los productos obtenidos son analizados en continuo mediante técnicas de cromatografía de gases y espectrometría de masas.”, señala Ana María Sánchez, también miembro del grupo. Los investigadores estudian las condiciones de presión, temperatura, tiempo de reacción y otras variables que puedan influir para optimizar el proceso.
“No sólo es importante conseguir la máxima transformación de los aceites, sino también que los productos obtenidos sean fácilmente aprovechables”, recalca Carmen Izquierdo Misiego, otra investigadora implicada en el proyecto. El hidrógeno y el metano son los productos mayoritarios en este proceso, por lo que gracias a su alto poder calorífico “podrían ser una alternativa más limpia a otros combustibles que se están utilizando en la actualidad”.
En el caso del hidrógeno, aún hay que superar las dificultades que presentan su almacenamiento y transporte debido a su alta inflamabilidad. No obstante, este gas tiene otras aplicaciones en diferentes procesos industriales, como la producción de gas de síntesis y amoniaco, la obtención de metanol y la hidrogenación de aceites, entre otras. (Fuente: FGUSAL/DICYT)