Datos de la sonda internacional Cassini, que exploró Saturno y sus lunas entre 2004 y 2017, han revelado lo que parecen ser gigantescas tormentas de polvo en las regiones ecuatoriales de Titán.
Este descubrimiento, descrito en un artículo publicado ayer en Nature Geoscience, convierte a Titán en el tercer cuerpo del Sistema Solar, junto a la Tierra y Marte, en el que se han observado este tipo de tormentas.
Las observaciones están ayudando a los científicos a comprender mejor el fascinante y dinámico entorno de la mayor luna saturniana.
“Titán es un satélite muy activo”, explica Sebastien Rodriguez, astrónomo de la Universidad Paris Diderot (Francia), y autor principal del artículo.
“Ya lo sabíamos por su geología y su peculiar ciclo de los hidrocarburos. Ahora podemos añadir una nueva analogía con la Tierra y Marte: un ciclo del polvo igualmente activo”.
De los grandes campos de dunas que rodean el ecuador de Titán se levantan moléculas orgánicas complejas, resultado de la química atmosférica y que, una vez alcanzado un tamaño suficiente, vuelven a caer a la superficie.
Detección de tormentas de polvo en Titán
Al igual que la Tierra, Titán es un mundo enigmático. Se trata de la única luna del Sistema Solar con una atmósfera sustancial y el único cuerpo celeste, aparte de nuestro planeta, en el que se sabe que aún existen masas estables de líquido en la superficie.
La meteorología de Titán varía según la estación, como en la Tierra. Especialmente alrededor del equinoccio, momento en que el Sol atraviesa el ecuador del satélite, pueden formarse nubes masivas en las regiones tropicales y provocar fuertes tormentas de metano. Cassini las observó en varias ocasiones mientras sobrevolaba Titán.
La primera vez que Sebastien y su equipo detectaron en el ecuador del satélite tres llamativas manchas brillantes en las imágenes del infrarrojo tomadas por Cassini alrededor del equinoccio boreal de 2009, creyeron que se trataba de estas nubes de metano. Pero al ahondar en la investigación vieron que era algo completamente distinto.
“Por lo que sabemos de la formación de nubes en Titán, podemos afirmar que ese tipo de nubes de metano, en esa área y en esa época del año, son algo físicamente imposible —afirma Sebastien—. Las nubes de convección de metano que pudieran desarrollarse en esa área y en ese periodo de tiempo contendrían unas gotas enormes y deberían producirse a una gran altitud, muy superior a los 10 km donde los modelos nos dicen que se encontrarían las nuevas formaciones”.
Los investigadores también descartaron que las formaciones se situasen en la superficie, en forma de lluvia de metano helada o criolavas. Estos fenómenos superficiales presentarían una firma química distinta y serían visibles mucho más tiempo, mientras que las brillantes figuras de este estudio solo permanecieron a la vista entre once horas y cinco semanas.
Los modelos también mostraron que debía de tratarse de fenómenos atmosféricos, aunque cercanos a la superficie, que seguramente formarían una fina capa de partículas orgánicas sólidas. Al situarse justo sobre los campos de dunas del ecuador de Titán, la única explicación plausible era que los puntos realmente eran nubes de polvo que se habían levantado de las dunas.
Sebastien sostiene que, aunque es la primera vez que se observa una tormenta de polvo en Titán, el descubrimiento no debe sorprendernos.
“Creemos que cuando la sonda Huygens aterrizó en Titán en enero de 2005, levantó una pequeña cantidad de polvo orgánico debido a su potente estela aerodinámica. Pero lo que hemos visto aquí gracias a Cassini es algo a una escala mucho mayor. Las velocidades del viento casi superficial necesarias para levantar tal cantidad de polvo como hemos visto en estas tormentas deberían ser muy fuertes, unas cinco veces mayores que las velocidades medias del viento estimadas con las mediciones de Huygens cerca de la superficie y con los modelos climáticos”.
Huygens solo realizó una medición directa de la velocidad del viento superficial justo antes de posarse en Titán, y en ese momento era muy baja, de menos de un metro por segundo.
“Por el momento, lo único que explicaría satisfactoriamente estos fuertes vientos superficiales es su relación con las potentes ráfagas que se pueden levantar por delante de las enormes tormentas de metano que se observan en esa zona y estación”, concluye Sebastien.
Este fenómeno, denominado “haboob”, también se observa en la Tierra cuando gigantescas nubes de polvo preceden a las tormentas en zonas áridas.
La existencia de estos fuertes vientos que generan vendavales de polvo, además, implica que la arena subyacente también se puede poner en movimiento y que las enormes dunas que cubren las regiones ecuatoriales de Titán siguen activas y en cambio constante.
Los vientos podrían transportar a lo largo de grandes distancias el polvo levantado de las dunas, lo que contribuiría al ciclo global del polvo orgánico en Titán y provocaría efectos similares a los que se observan en la Tierra y Marte. (Fuente: ESA)