Es un hecho, el café elaborado por una máquina de cápsulas no sabe igual que el de una cafetera espresso o de goteo. Es una versión más rancia y aguada, resumiendo: tiene un pésimo sabor.
Sin embargo, este tipo de máquinas cafeteras se han vuelto cada vez más populares, tanto en hogares como en oficinas de millones de bebedores de café en todo el mundo.
De hecho, son el segundo método de preparación más popular después de las tradicionales cafeteras de goteo, probablemente porque son más cómodas y convenientes.
Sin embargo, esta repentina moda del café en cápsulas es una paradoja. Sí, es cierto que minimizan el tiempo de preparación y la limpieza en un mundo cada vez más acelerado y estresante, pero resultan nefastas para el medio ambiente (al menos las versiones de cápsulas no reutilizables).
Y si eso no es suficiente para que cambies de opinión sobre el uso de las cápsulas de café, ¿qué tal el hecho de que muchas de las elaboraciones son pésimas?
Entonces, la pregunta es: ¿Por qué el café en cápsula no sabe tan bien como el café por goteo?
La molienda
Una de las principales razones por las que el café de cápsula tiene un sabor horrible, es que cuando el café llega a los consumidores, ya ha comenzado a enranciarse.
En el mejor de los casos, el café se ha molido días antes; y en el peor, años antes de que se beba. Al moler los granos de café, se exponen al oxígeno, provocando una reacción química que reduce su sabor y aroma. Esta reacción hace que los sabrosos y aromáticos compuestos químicos del café se degraden.
Una vez molido, empieza a deteriorarse inmediatamente. Por eso los baristas siempre recomiendan preparar la taza de café poco después de moler los granos.
Y aunque muchos fabricantes minimizan la degradación mediante el sellado al vacío de sus cápsulas, es posible que el daño por oxidación de los granos ya se haya producido antes de envasarlo.
El embalaje
El café recién tostado presenta un problema para su envasado. A medida que se enfría, puede liberar en cualquier momento dióxido de carbono (CO2). La liberación más rápida ocurre durante los primeros días después del tueste, que luego se reduce a una liberación más gradual durante semanas.
Los fabricantes de café de cápsulas necesitan envasar los granos tostados y molidos en la cápsula hermética tan pronto como sea posible, y la liberación de este gas representa un problema, pues puede explotar como un globo.
Muchas compañías de café insertan válvulas de aire unidireccionales para permitir que el CO2 escape, pero al ser cápsulas herméticas, esto no se puede hacer.
Para evitar este problema, esperarán hasta que se libere completamente el CO2, que puede tardar hasta 15 días, antes de envasar el café tostado y molido. Pero con esta espera, el café se vuelve más y más rancio cada día que pasa mientras está expuesto al aire.
El origen del café
Desafortunadamente, no se puede saber de dónde proviene el café, ni cuándo fue tostado y molido. Sólo hay una fecha de caducidad en cada caja, usada para asegurar la frescura.
El café de la cápsula puede llevar meses o incluso años ahí, y si no se sabe de dónde procede, es imposible juzgar la calidad del café.
Cuanta menos información tenga el paquete, probablemente menos calidad tendrá, ya que en la industria del café, la gente se enorgullece de dónde viene su producto, y cuándo fue tostado.
La temperatura del agua
Además de la calidad y la edad del café, otro factor importante en el sabor de una taza de café es la temperatura del agua con la que se prepara.
La temperatura óptima de elaboración está entre 90 y 96 grados. Utilizar menos temperatura conlleva un café plano, sin un sabor completo.
La mayoría de las máquinas de cápsulas no calientan el agua a esta temperatura, quedándose en 88 grados o menos, que no es suficientemente para una extracción y un sabor óptimos.
Tiempo de preparación
Un último problema de estas cafeteras es el tiempo que los granos están en contacto con el agua caliente. Los expertos recomiendan un tiempo de contacto de 5 minutos, pero la mayoría de estas máquinas preparan el café en cuestión de segundos, lo que produce una taza de café de sabor plano y débil.