Caminar puede ser tan íntimo y bueno como la meditación.
Durante el siglo XIX, el flâneur fue una importante figura parisina. Cuando esa ciudad era la más importante del mundo gracias a que ahí se concentraba el arte, la política, y lo mejor de la modernidad de la época, esta figura pudo surgir.
Un paseante, caminante, algunos incluso lo consideraron un callejero, pero sin duda no es lo que hoy vendría a nuestra mente. Se trataba de hombres que salían a recorrer las calles de una ciudad que parecía nueva, pues después de que muchas zonas de la ciudad con siglos de antigüedad fueran destruidas para dar paso a nuevas calles, y que la ciudad viviera una época de paz y seguridad impensable, caminar sin propósito más que caminar se convirtió en una pequeña, pero distinguida actividad.
El flâneur no fue único de Paris, a pesar de que ahí se le dio importancia literaria, en todo el mundo las ciudades modernas comenzaron a tener a sus propios caminantes. La Ciudad de México tiene distinguidos cronistas que recorrieron los barrios más emblemáticos y encontraron tantas cosas que lo convirtieron en literatura, lo mismo se puede decir de otros en Nueva York, Buenos Aires, Nueva Delhi o Berlin.
Hoy, caminar por las calles de una ciudad parece más una actividad turística que un evento cotidiano. Miles de turistas recorren París, Barcelona o Madrid, muchas veces en línea recta siguiendo un corredor establecido por la industria turística con el propósito de hacer caminar a miles de turistas por el mismo camino, esperando que consuman lo más posible mientras ven sitios de importancia histórica.
Pero seas un viajero o un residente de una ciudad como estas, el verdadero arte de caminar viene de seguir tus propios pasos, que el acto sea inconsciente, pero el camino te mantenga concentrado, tanto en lo que sucede en el exterior como lo que pasa dentro de ti.
Caminar puede ser tan bueno como meditar, tu cerebro puede entrar en un estado de trance, sólo que en lugar de enfocarte en tu respiración, lo haces en tus pasos, mientras al mismo tiempo ves el paisaje como si se tratara de un cuadro abstracto.
¿Qué necesitas para caminar de forma correcta?
Parece obvio pero es hay que recalcar que unos buenos zapataos deportivos y vestimenta adecuada. No es buena idea honrar la vestimenta elegante de los flâneurs de hace casi 200 años. Hoy tenemos calzado que te permite caminar por horas sin cansarte.
También es importante que poco a poco dejes de caminar con música. Lo que muchos usan para correr y motivarse es bienvenido al caminar, pero sin duda, tienes que experimentar escuchar la ciudad, la algarabía del caos de un sitio en el que todo es una sinfonía digna de John Cage.
Recorre las calles emblemáticas, comienza por esos circuitos turísticos, camina por tu barrio, por tu casa, por donde te sientas seguro y poco a poco abre el panorama. Date cuenta que puedes caminar más de lo que crees. Un día recorre la mayor cantidad de ciudad que puedas y otro camina barrios enteros, incluso las calles más cerradas.
¿Y todo para qué?
Si amas tu ciudad, encontrarás lugares mágicos que no creías que existían. Entenderás que las tradiciones siguen vivas, que hay mucho más de lo que tú creías, incluso si te sentías “experto” en tu ciudad. Tu salud mejorará –aunque claro, camina cuando el sol no esté en su punto más alto y ten cuidado con la contingencia ambiental en ciudades muy contaminadas– tu corazón te lo agradecerá y entenderás que a pesar de llevar toda la vida como una persona sedentaria, aún tienes dentro de ti el instinto de siempre estar en movimiento.