La investigación aparece hoy en la revista científica Nature. El hallazgo combinó 20 años de observaciones del Telescopio Espacial Hubble, datos obtenidos con el observatorio de rayos-X Neil Gehrels Swift (ambos de la Nasa) y capturas del telescopio óptico Keck, en Hawaii.
“Gracias a este trabajo hoy estamos más cerca de resolver dos grandes enigmas de la astrofísica: cómo se formaron las galaxias y cómo crecen los agujeros negros supermasivos que viven en el centro de las mismas, y aún más importante… el por qué ambos procesos están conectados”, así lo afirmó Ezequiel Treister, astrónomo del Instituto de Astrofísica de la Universidad Católica.
“Lo que descubrimos es que casi el 20% de los agujeros negros, en rápido crecimiento -conocidos como AGN- están asociados a las últimas etapas del proceso de choque de galaxias, es decir un poco antes que se fusionen y formen un sólo y colosal agujero negro”, continua Treister, quien es también investigador del Centro de Excelencia en Astrofísica y Tecnologías Afines CATA.
La investigación duró ocho años y reunió a una decena de científicos internacionales, siendo liderada por el Doctor Michael J. Koss, de la Eureka Scientific Inc, del Estado de California en Estados Unidos “las imágenes de este estudio muestran lo que sucederá cuando nuestra galaxia, la Vía Láctea, se fusione con Andrómeda y sus respectivos agujeros negros centrales formen una espiral entre sí. Esta investigación podría conducir a predicciones sobre en qué tipos de galaxias podrían ocurrir estos eventos cósmicos”, explica el estadounidense.
El trabajo analizó casi 100 galaxias que contienen agujeros negros en proceso de crecimiento, sumadas a casi 200 galaxias inactivas utilizadas como comparación. “Estas galaxias se encuentran a una distancia máxima de unos mil millones de años luz. Es decir, Si hubiésemos salido desde la Tierra hace mil millones de años, cuando en nuestro planeta sólo había vida bacteriológica, recién estaríamos llegando hoy”, reflexiona el Doctor Treister.
La investigación concluye que los agujeros negros oscurecidos, es decir, aquellos que están cubiertos de material como polvo y gas producto de la fusión galáctica, tienen una mayor probabilidad de participar de este tipo de dinámica. “El choque de galaxias es un mecanismo clave para obscurecer estos procesos”, afirmó Claudio Ricci, astrónomo del Núcleo de Astronomía de la Universidad Diego Portales y también parte del equipo de trabajo.
Debemos ahora lograr entender cómo es que se produce la alimentación y crecimiento de estos agujeros negros durante el proceso de choque de dos galaxias y como se produce la interacción con las galaxias que las hospedan. Para lograrlo sin duda las clave es poder usar ALMA que tiene una altísima resolución, 10 veces mejor que Hubble.
Además, los astrónomos consideran futuras observaciones utilizando óptica adaptativa con telescopios como el Thirty Meter Telescope (TMT), el European Large Telescope (ELT) y el Giant Magellan Telescope (GMT). “Esto permitirá observaciones más precisas de galaxias en choques y de sus agujeros negros”, explica Claudio Ricci. (Fuente: CATA/DICYT)