Muchos de nosotros no podemos pasar mucho rato bajo el agua. Sin embargo hay humanos que llegan a pasar entre 6 a 10 horas en el agua durante el día y aguantan la respiración bajo el agua por varios minutos.
El noble veneciano Antonio Pigafetta, asistente personal de Fernando de Magallanes, hace casi 500 años durante su expedición, escribía las increíbles capacidades para la inmersión del pueblo Bajau. Repartidos hoy por las mil islas que hay al sudeste de Asia, “viven siempre en sus barcas y no tienen casas en la costa“. Ahora, un estudio muestra que los bajau tienen una serie de mutaciones genéticas que les ayudan a ser casi peces.
Son alrededor de un millón de personas y viven en zonas costeras de Filipinas, Indonesia o Malasia. La mayoría nacen, viven y mueren en barcas o plataformas flotantes sobre el mar de Sulawesi. Su dieta es exclusivamente marina.
Los Bajau, llamados también “nómades del mar“, han perfeccionado por siglos la técnica de aguantar la respiración bajo el agua por varios minutos, muchos más que cualquier otra persona del mundo.
Aprenden a nadar y sumergirse desde muy pequeños, sobre todo para conseguir peces y otros productos marinos que intercambian o consumen. Pueden llegar a pasar entre 6 a 10 horas en el agua durante el día, y la mayor parte del tiempo están sumergidos. El problema es que hay muchos menos peces disponibles que hace 25 años, lo que conlleva la necesidad de permanecer más tiempo bajo el agua para conseguir la misma cantidad.
Ahora, un estudio de la revista Cell aporta las primeras pruebas de que una mutación de ADN para tener bazos más grandes proporciona a los bajau una ventaja genética para la inmersión en las profundidades.
Los bajau han tenido una serie de cambios físicos que los ayudan a sobrellevar las profundidades. La selección ha obrado y ahora tienen un bazo más grande, necesario para almacenar células rojas oxigenadas y aguantar más tiempo bajo el agua. Entender las capacidades de estas personas ayuda a la medicina en el campo de la tolerancia a la hipoxia, o falta de oxígeno.
Los científicos han estudiado además que los niños pequeños ven perfectamente bajo el agua, una adaptación importante en ese contexto donde el ojo se adapta para la ocasión.
En agosto de 2013 se realizó un concurso de buceo libre en la zona y se registró que la profundidad máxima fue de 79 metros. El tiempo más largo bajo el agua fue de tres minutos y un segundo, como relatan investigadores de Suecia en la publicación hecha en Human Evolution. Aunque sus fuentes de pesca son cada vez menores, los Bajau siguen manteniendo sus costumbres, adaptando sus cuerpos al agua y a las profundidades extremas.