China tiene en estos momentos una sonda en dirección a la Luna. Junto a ella viaja además un robot móvil. Ambos deberían aterrizar de forma controlada en un punto de la cara oculta de la Luna, lo cual es toda una primicia. El país ya lanzó en 2013 un vehículo de alunizaje (Chang’e-3) y un pequeño robot móvil (Yutu) hacia la Luna, misión que fue todo un éxito. La Chang’e-4 y su rover, aún sin bautizar, intentarán hacer lo mismo en la cara de nuestro satélite que no vemos desde la Tierra.
La pareja de vehículos despegó desde Xichang a las 18:23 UTC del 7 de diciembre, a bordo de un cohete CZ-3B/G3Z. Este último situó a su carga en una órbita terrestre de 200 por 420.000 km. Se espera que el 11 de diciembre utilice su sistema de propulsión para frenar y situarse en órbita lunar. Tras varios días en dicha posición, volverá a activar sus motores para intentar un descenso controlado el 4 de enero de 2019, en dirección a la región Aitken, en el polo sur.
Debido a su ubicación, China lanzó hace tiempo un pequeño ingenio llamado Queqiao, que se encuentra en el punto de Lagrange L2, desde donde podrá observar la maniobra de alunizaje de la Chang’e-4 y transmitir a la Tierra tanto esta como los posteriores resultados de la misión.
La Chang’e-4 y su rover están basados en sus antecesores. La sonda de alunizaje pesa unos 1.200 kg, mientras que el robot alcanza los 140 kg. El vehículo completo, con el combustible, pesó 3.780 kg al despegue. Si alcanzan la superficie, se ha previsto una misión de unos tres meses de duración, para lo cual la nave de alunizaje dispone de un generador de radioisótopos que proporcionará la energía necesaria, y el rover un panel solar.
Los científicos esperan recibir imágenes tanto fotográficas como de video del rover, para facilitar su control, así como resultados científicos de ambos vehículos. El rover intentará extraer muestras del suelo, que analizará. Además de China, en el programa participan Alemania y Países Bajos.