La mayoría de los medicamentos contra la malaria están diseñados para reducir los síntomas después del contagio. Funcionan bloqueando la replicación de los parásitos que causan la enfermedad en la sangre humana, pero no previenen la infección o la transmisión. Y lo que es peor, el parásito está desarrollando resistencia a los medicamentos existentes.
En este escenario, un grupo internacional de científicos liderados por la Escuela de Medicina de la Universidad de California San Diego ha llevado a cabo un estudio de dos años, en el que se ha evaluado 500.000 compuestos. Los resultados se han publicado en el último número de la revista Science.
“El objetivo era encontrar moléculas con potencial para dirigirse al parásito de la malaria cuando infecta inicialmente el hígado humano, en lugar de esperar a que se replique en la sangre y haga que la persona enferme”, comenta a Sinc Javier Gamo, director de la Unidad de Malaria de GSK Tres Cantos, que ha participado en el trabajo.
Tras el análisis del medio millón de moléculas obtenidas de más de un millón de mosquitos, quedaron un total de 631 compuestos prometedores de los que podría salir una futura vacuna química contra la malaria, según los autores.
“Los resultados proporcionan una lista inédita de compuestos que constituyen puntos de partida para la identificación de candidatos preclínicos. Estas moléculas ‘primarias’ necesitaran ser mejoradas, tanto en sus propiedades fisicoquímicas como biológicas, para que puedan pasar a desarrollo clínico y convertirse en futuros medicamentos para la prevención de la malaria”, añade Gamo.
El coautor explica que en el estudio “se han utilizado parásitos que infectan ratones porque se pueden producir en grandes cantidades y tienen la ventaja de que afectan a líneas celulares hepáticas”.
“Las técnicas disponibles actualmente –agrega– harían extraordinariamente difícil probar un número tan grande de moléculas en las especies del parásito Plasmodium que infectan a humanos, principalmente falciparum y vivax”.
Gamo destaca que se trata de un estudio inédito que demuestra que se puede hacer ensayos de alta capacidad con estadíos hepáticos de malaria: “Algo que hasta ahora estaba limitado a las fases sanguíneas”.
El trabajo ha demostrado que hay compuestos que afectan solamente a las fases hepáticas y no a las sanguíneas, “lo cual indica que hay mecanismos del parásito que solo ocurren en estas fases hepáticas y que podrían ser futuras dianas de compuestos específicos para la prevención de la malaria”, subraya.
La contribución de GSK al trabajo ha consistido en la caracterización del modo de acción de parte de los compuestos. “El conocimiento del mecanismo por el cual las moléculas ejercen su acción antimalárica es un paso muy importante para la posterior priorización y optimización de dichos compuestos“, señala el responsable.
Para ayudar a acelerar los resultados, los investigadores han puesto sus hallazgos en abierto, lo que significa que los datos se comparten libremente con la comunidad científica. El trabajo ha contado con el apoyo de la Fundación Bill y Melinda Gates.
“Esperamos que, dado que no estamos patentando estos compuestos, muchos otros investigadores de todo el mundo tomen esta información y la utilicen en sus propios laboratorios y países para impulsar el desarrollo de medicamentos antipalúdicos”, subraya Elizabeth Winzeler, investigadora de la UC San Diego y líder del estudio.
Un nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud indica que los casos de malaria están aumentando. En particular en 13 países, entre ellos, Madagascar, Nigeria y la República Democrática del Congo. En 2017 se registraron 219 millones de casos de paludismo, frente a los 217 millones del año anterior, y 435.000 personas murieron a causa de esta enfermedad. (Fuente: SINC)