La tungiasis es una enfermedad tropical asociada con la pobreza. Está causada por una pulga del género Tunga que se introduce en la piel de las personas generalmente en los dedos de los pies y en los pies. Un estudio publicado en la revista ‘PLOS Neglected Tropical Diseases’ reporta cinco casos de tungiasis severa para ilustrar cómo la enfermedad puede convertirse en una afección potencialmente mortal.
Cuando las hembras de la pulga de la arena (‘Tunga penetrans’ o ‘Tunga trimamillata’) penetran en la piel, comienzan a crecer rápidamente. En pocos días, este crecimiento provoca una inflamación intensa con dolor y picor. En general, una vez que todos los huevos son expulsados al medio ambiente a través de un pequeño agujero en la piel y el parásito ha muerto, los síntomas retroceden. Pero en entornos endémicos, los residentes con frecuencia se vuelven a infectar y terminan con cientos o miles de pulgas de arena incrustadas en su piel.
Si bien los casos leves de tungiasis pueden tratarse quirúrgicamente (si se dispone de una infraestructura de salud adecuada), en la tungiasis muy grave no es posible la extirpación quirúrgica de las pulgas de arena incrustadas. En el nuevo estudio, Hollman Miller, del Departamento de Salud de Vaupés (Colombia) y sus colegas, estudiaron a cinco pacientes que viven en comunidades amerindias tradicionales en las tierras bajas del Amazonas de Colombia, todos con tungiasis severa. Cuatro de los pacientes fueron atendidos en el servicio de urgencias del hospital Mitú, y otro dentro de la comunidad en la que vivía.
Los pacientes, todos ellos total o parcialmente inmóviles, tenían entre 400 y 1.300 pulgas de la arena incrustadas en sus pies, tobillos, rodillas, codos, manos, dedos y alrededor del ano. Dos pacientes fueron caquécticos, con pérdida de peso y músculo; uno tenía desnutrición severa; y uno necesitaba una transfusión de sangre debido a una fuerte anemia.
Los autores mostraron que un patrón característico de afecciones médicas preexistentes y factores socioeconómicos y ambientales determina si la tungiasis progresa hacia una afección potencialmente mortal. Además, confirmaron que una combinación de dos aceites de dimeticona en un dispositivo médico llamado NYDA (previamente utilizado para tratar el cúbito) es eficaz para matar cientos de pulgas, lo que reduce la inflamación y restablece la movilidad en una semana.
“Nuestros hallazgos suponen un buen argumento para hacer una llamada a la acción para aquellos países en los que la tungiasis se produce en entornos remotos y donde la cobertura de salud es deficiente”, afirman los investigadores. “La dimeticona debe estar disponible para tratar a pacientes en una etapa temprana de la enfermedad y evitar así secuelas que ponen en peligro la vida”, concluyen. (Fuente: DICYT)