La fractura por estrés se presenta principalmente en el pie. No es fácil diagnosticarla, ya que se trata de una pequeña grieta que no aparece en las radiografías corrientes. Si no se trata, da origen a un dolor intenso y crónico.
Este tipo de fracturas no son fáciles de diagnosticar. Se requiere de un especialista y de pruebas complementarias para no confundirla con otras patologías. Esto se debe a que es habitual que en las radiografías simples no se detecte la fractura.
Los deportistas son quienes están más expuestos al riesgo de desarrollar una fractura por estrés. El 2 % de las lesiones deportivas corresponden a este tipo de fractura. Si no se trata, da origen a un dolor severo y continuo. También existe el riesgo de que la fractura se desplace.
Qué es una fractura por estrés
Hay fractura cuando no existe continuidad en el tejido óseo. La mayoría de las veces esto ocurre por un golpe o traumatismo. En el caso de la fractura por estrés, la causa del problema es la debilidad o la fatiga. Hay debilidad cuando existen deficiencias óseas. Y hay fatiga cuando se presenta un abuso continuo de la actividad muscular.
La fractura por estrés es una especie de grieta en el hueso. Esta se forma debido a microtraumatismos repetidos o a una sobrecarga. Se manifiesta principalmente a través de un dolor fuerte que aparece al realizar actividades físicas y desaparece cuando se deja de hacerlas.
Los huesos se componen de colágeno. Este compuesto facilita un proceso de remodelación del hueso, cuando es sometido a una agresión. De este modo, el tejido dañado se reabsorbe y luego vuelve a formarse.
Pero si las agresiones son continuas, o demasiado súbitas por sobrecarga, los daños superan la capacidad del organismo para reponer el colágeno. Eso es lo que sucede en una fractura por estrés, debido a la sobrecarga, a los movimientos repetitivos o a problemas como la osteoporosis.
Tipos de fracturas por estrés
Las fracturas por estrés pueden catalogarse en dos grandes grupos: de bajo riesgo y de alto riesgo. Esta clasificación obedece a factores como la zona afectada, el potencial de complicaciones, tiempo de curación, presencia de pseudoartrosis y forma en que se suelda la fractura.
Las características de cada grupo son:
- Fracturas de bajo riesgo. Son las que se tratan simplemente con la eliminación de la actividad que genera la lesión. Corresponden a fracturas en las extremidades superiores, costilla, pelvis, fémur, tibia, vértebras lumbares, peroné y calcáneo.
- Fracturas de alto riesgo. Este tipo de fractura por estrés presenta un considerable potencial de complicaciones. Corresponde a lesiones en el cuello del fémur, el maléolo tibial, el escafoides tarsiano, el astrágalo y la base del metatarsiano.
Principales localizaciones
El pie es uno de los puntos con mayor riesgo de ser afectado por este tipo de lesión. Las fracturas más usuales en el pie son las siguientes:
- Fractura del segundo metatarsiano. Es la fractura por estrés más frecuente. El segundo metatarsiano corresponde al dedo más largo que, por lo tanto, es el que más aguanta la carga durante actividades como el atletismo.
- Fractura del quinto metatarsiano. Es propia de todas las actividades que exijan desplazamientos laterales y saltos.
- Fractura del calcáneo. Propia de actividades en las que el primer apoyo se realice con el talón.
- Fractura del astrágalo. No es común y tampoco específica de alguna actividad o deporte en particular. Sin embargo, genera grandes molestias.
- Fractura en el maléolo interno del tobillo. Es propia de actividades que involucren saltos y/o carreras de larga distancia.