Tener hambre es una sensación muy molesta. A muchas personas puede afectarles tanto que incluso llegan a ponerse de mal humor cuando no pueden satisfacer su apetito. Para algunos, este es un problema a afrontar a lo largo de todo el día, pues no importa cuales sean sus hábitos alimenticios, no logran alcanzar la sensación de saciedad.

Sientes estrés frecuentemente

Evidentemente, nadie planea estar estresado, pero puede que algunos de tus hábitos o estilo de vida general te hagan sentir “estrés crónico”. ¿Te pasa con frecuencia que te sientes un poco mal por un día pésimo en el trabajo y necesitas una bolsa de papas fritas incluso cuando acabas de devorar tu almuerzo?

Comer por estrés es algo serio. Ysabel Montemayor, dietista, considera que si la causa del hambre extrema es el estrés, es aconsejable llevar un diario de comidas. Así, será más fácil para estas personas visualizar sus hábitos y esto los ayudará a controlar más fácilmente su alimentación para mejorar las malas costumbres.

No duermes suficiente

La nutricionista y entrenadora Callie Exas asegura que la privación del sueño ocasiona una baja de leptina, la hormona que deja al cerebro saber que estamos llenos y satisfechos. Menos sueño también implica un incremento de la ghrelina, hormona encargada de decirle a tu cerebro que estás hambriento.

Bebes mucho alcohol

La dietista Suzanne Dixon dice que las bebidas alcohólicas pueden estar enviando al cerebro mensajes de hambre. Según la doctora, cuando se consumen las calorías suficientes en la vida cotidiana, el cerebro envía señales al cuerpo que indican que no se necesita más comida. Sin embargo, el alcohol “corta el circuito” de dichas señales y hace que el cerebro libere los mensajes opuestos.

Dixon aconseja que se mantengan los niveles de alcohol bajo el nivel recomendado, o eliminarlo por completo.

Tu dieta es demasiado restrictiva

Las dietas que cortan calorías deben ser asumidas con cuidado, ya que pueden estar aumentando el hambre en tu organismo. McGrane dice que, además de limitar las calorías, con frecuencia estas dietas incrementan los sentimientos de fatiga y reducen el metabolismo.

Además, asegura que dejar de consumir grupos completos de alimentos esenciales solo lleva a una peor nutrición y que, si se han dejado atrás los alimentos predilectos, el cuerpo empezará a rogar por ellos en cualquier momento, un sentimiento que no es sano ni agradable.

Es mejor alejar lentamente las comidas procesadas, altas en azúcar y en grasas, que eliminar completamente ciertos grupos alimenticios.

No te hidratas con frecuencia

“Mi primera pregunta a los clientes es: ¿cuánta agua estás consumiendo?”, dice Kelli McGrane, dietista.

Según explica, muchos de los casos de hambre extrema están ligados a una ciclo de deshidratación. La doctora recomienda beber dos o tres vasos de agua ante la ansiedad o sensación de necesidad de comida. Otra manera de mantenerse hidratado es consumiendo frutas o vegetales, que cuentan con grandes cantidades de agua y sirven de merienda.

Te saltas el desayuno

Aunque aún hoy en día existen debates acerca de la importancia del desayuno, algunos expertos todavía la consideran como la comida más importante del día. La cardióloga Luiza Petre asegura que comer en la mañana te deja en perfecto estado para la tarde y noche.

La calidad del desayuno también es importante. Ella recomienda empezar el día con huevos o mantequilla de almendras, ya que afirma que esta es una gran opción para llenar el cuerpo de proteínas. De esta manera también se estarán dejando fuera las ansias por comida.