El yacimiento arqueológico subacuático de La Marmotta, que se encuentra en el Lago de Bracciano, a unos 60 kilómetros de Roma (Italia), data del Neolítico Antiguo (5690-5150 a.C.) y destaca por su estado de conservación. Por ello se ha convertido en un lugar ideal para conocer el proceso de expansión de las sociedades neolíticas que vivieron allí hace unos 7.500 años. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Museo delle Civiltà de Roma colaboran en un proyecto internacional para estudiar estas comunidades, la compleja tecnología que utilizaban así como la gestión, elaboración y almacenamiento de los alimentos.

 

En el yacimiento de La Marmotta, que fue descubierto en 1989 a unos 12 metros de profundidad, se llevaron a cabo diferentes excavaciones hasta 2006. Las piezas recuperadas durante esas campañas se encuentran en el museo italiano. Con este nuevo proyecto se pretende impulsar trabajos para analizar algunos de los restos que se documentaron bajo el agua: piraguas, arcos, cuencos, cucharas y hoces, cestos y otros objetos elaborados con fibras vegetales y animales.

 

“Creemos que el estudio de este yacimiento puede cambiar nuestra idea sobre la complejidad de las primeras comunidades de agricultores y pastores que ocuparon todo el Mediterráneo”, indica Juan Francisco Gibaja, investigador del CSIC en la Institución Milá y Fontanals y uno de los responsables del proyecto. “La Marmotta es un yacimiento excepcional. Tener en las manos recipientes de madera y cestería, fragmentos de material textil o instrumentos completos con sus mangos, como las hoces, es una sensación indescriptible”, añade Gibaja.

 

Por su parte, Niccolò Mazzucco, también científico en la Institución Milá y Fontanals, señala: “El objetivo del proyecto es llevar a cabo nuevos análisis que puedan integrar los estudios ya realizados a día de hoy en La Marmotta pero aprovechando las técnicas de análisis más recientes e innovadoras”. Entre esas técnicas se contemplan la microscopía confocal, los análisis isotópicos o los estudios de fitolitos.

 

Las comunidades asentadas en el centro de Italia iniciaron un proceso de desarrollo que les hizo ocupar todo el Mediterráneo centro-occidental desde hace unos 8.000 años. En esta adaptación, tanto el clima como las condiciones de los territorios tuvieron un papel importante. “Los resultados obtenidos en una excavación como ésta no sólo son útiles para reconstruir la vida en la prehistoria sino también para conocer el medio ambiente y los cambios que se han producido a lo largo del tiempo. Todo ello tiene aplicaciones prácticas, incluso en la actualidad”, afirma Mario Mineo, uno de los responsables del proyecto y conservador del Museo delle Civiltà.

 

Según Mineo, “los numerosos instrumentos de madera conservados, las docenas de especies de plantas y animales identificadas, el hallazgo de cinco grandes piraguas, los restos de más de once viviendas o la presencia de más de 3.000 postes utilizados para su construcción, permiten a los estudiosos, así como al público en general, entender que nuestros antepasados eran mucho más modernos tecnológicamente de lo que se desprende de los libros escolares y de difusión”.

 

Todavía es una incógnita el nivel de transmisión tecnológica entre las comunidades neolíticas y las sociedades indígenas de los espacios que poblaron. Por ello un equipo multidisciplinar de científicos se propone analizar la compleja tecnología que empleaban estas sociedades para instalarse en los nuevos territorios. Según señalan los expertos, es una línea de estudio “muy relevante en la arqueología actual” ya que ayuda a comprender mejor su modelo socio-económico.

 

Otro de los objetivos es conocer con precisión el tiempo de ocupación del yacimiento y las dinámicas internas del grupo, algo que se llevará a cabo mediante la datación por radiocarbono de cereales hallados en los distintos niveles.

 

El proyecto, que continuará hasta diciembre de este año, cuenta con la colaboración de la Escuela Española de Historia y Arqueología del CSIC en Roma, donde se presentó en marzo el proyecto con el apoyo de los directores de las instituciones implicadas, y la financiación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y el propio CSIC. (Fuente: CSIC/DICYT)

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