El paisaje de Nueva York tenderá a cambiar. Con un nuevo plan para reducir las emisiones que más contaminan, la ciudad vuelve a posicionarse como uno de los destinos más comprometidos con el futuro de la humanidad.
Adiós a los rascacielos tal como los conocemos
Parte de la magia de Nueva York son sus hermosos rascacielos. Majestuosas construcciones de vidrio y acero que a lo largo de toda la isla se alzaron desde principios del siglo XX, demostrando que la humanidad podía buscar refugio de manera vertical. Gracias a ellos, las empresas más importantes del mundo se concentraron en un lugar muy pequeño y el sentido de pertenencia creció hasta convertirse en algo completamente exclusivo.
Aunado a eso, la ciudad se convirtió en un emblema del pensamiento liberal. A pesar de ser una zona financiera y comercial, la gente lleva décadas buscando la justicia social y la reivindicación de políticas que sólo favorecen a unos pocos. Es por eso que el Green New Deal –una propuesta ambiental creada por jóvenes y expertos que busca combatir el cambio climático en Estados Unidos con urgencia, sobre todo después de que Trump saliera de los acuerdos de París– es algo de lo que la gente no deja de hablar en la ciudad. Uno de los primeros puntos es cambiar la manera de construir y remodelar la ciudad.
Según el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, con el nuevo acuerdo los rascacielos de fachada de vidrio y acero, que son increíblemente ineficientes, tendrán que ser adaptados para cumplir nuevas medidas ambientales que reduzcan sus emisiones en un 40% para 2025 y el doble de eso para 2050.
Además, los nuevos rascacielos tendrán que ser construidos con distintos materiales. Ser realmente ecológicos –pues muchos dicen ser sustentables sólo porque tienen paneles solares o algo que hace que su aprovechamiento de energía sea mínimo– será la medida básica y de ahí se esperará que mejoren tecnológicamente para continuar con la tradición de edificios grandes, pero comprometidos con el medio ambiente.
Green New Deal
Los edificios energéticamente ineficientes son la principal causa de emisiones de efecto invernadero en la Gran Manzana. Esta es una medida desesperada, pero acertada en un lugar en el que se demuestra que no hay lugar para la corrupción, pues los infractores a estas medidas no sólo se enfrentan a multas, sino a la pérdida de concesiones para construir en uno de los sitios donde un metro cuadrado de terreno puede costar hasta 30 mil dólares.