Estamos ante una noticia que pudiera aparecer el día de los Santos Inocentes o en el April´s Fool, pero no esel caso. Los investigadores de inteligencia artificial han advertido constantemente sobre los riesgos de seguridad que plantean los robots conectados a Internet. También de los robots sexuales.

No en vano, cuanto más sencillo sea el procesador que conecta uno de estos juguetes con el móvil para alterar su comportamiento, más sencillo es también que un usuario malintencionado se cuele en su infraestructura y modifique su funcionamiento.

¿Asesinos?

Los investigadores ya han descubierto fallas de seguridad en los juguetes sexuales con protocolo Bluetooth Low Energy (BLE), que los piratas informáticos pueden controlar desde ubicaciones remotas.

Por ejemplo, el investigador de seguridad italiano Giovanni Mellini publicó sus hallazgos, donde describía cómo pudo enviar un comando de vibración a un dispositivo sexual desde su computadora portátil. El dispositivo Hush, fabricado por Lovense, está diseñado para ser un “juguete de amor a larga distancia” y es descrito por la startup de juguetes sexuales como “el primer consolador teledildónico del mundo” que se puede “controlar desde cualquier lugar”.

El dispositivo es una de las docenas de juguetes sexuales que los fabricantes han lanzado en los últimos años y pueden conectarse a teléfonos inteligentes y ordenadores a través de WiFi y Bluetooth para permitir a los usuarios controlarlos de forma remota y descargar actualizaciones de software. La mayoría de estos juguetes eróticos se conecten a una app móvil a través de bluetooth y reciben órdenes sobre la intensidad de su funcionamiento o los ciclos de uso.

PornHub, una de las principales webs de pornografía de Internet, realizó en 2016 un estudio sobre las vulnerabilidades, problemas relacionados y el código de conducta para investigadores en el campo de los juguetes eróticos. Pero ¿se podría lograr que uno de estos juguetes o futuros robots sexuales asesinaran a una persona?

Según el experto en ciberseguridad Jason McNew, incluso este tipo de robots que dan placer a sus usuarios podrían llegar a ser controlados de forma remota, pero que la fuerza que puedan tener es tan mínima que sería difícil no poder defenderse de ellos en caso de que nos atacasen. Incluso los robots sexuales humanoides son poco pesados, ejercen poca fuerza, apenas podrían ser capaces de hacernos daño. Al menos, de momento.

Si llegamos a un punto en el que dichos robots son capaces de realizar movimientos realistas, y sus “cerebros” se pueden modificar mediante actualizaciones de software, ciertamente no está fuera de la posibilidad de que la “muerte por robot sexual” termine en la lápida del alma de un desafortunado.

Más allá del mal uso del dispositivo, que es lo primero y más simple que se puede hacer con el hackeo, estos gadgets sexuales también pueden comprometer los datos personales del usuario: se puede conocer el dispositivo que activa el juguete, quién lo usa, la frecuencia de uso y los momentos en los que lo enciende. Esto es información suficiente para chantajear al dueño del juguete. O sea, que de momento no nos puede asesinar, pero sí que nos pueden chanteajar. Algo es algo. Pero también pueden negarse a tener sexo en un momento dado.

Fuente: xatakaciencia.com

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