Europa lleva más de 15 años de presencia en órbita de Marte y en algo más de un año lanzará su primera misión con un robot explorador. No obstante, los planes son muy ambiciosos y van un paso más allá, con el fin de traer una muestra del Planeta Rojo.
¿Ha habido alguna vez vida en Marte? Reconstruir la historia de nuestro planeta vecino y comprender cómo su evolución tomó un camino distinto al de la Tierra son los objetivos de las misiones de exploración de Marte.
El primer viaje de la ESA como parte de esta empresa comenzó hace 16 años, el 2 de junio de 2003, con el lanzamiento de Mars Express. El orbitador ha obtenido imágenes de casi toda la superficie del planeta y continúa proporcionando gran cantidad de datos científicos, incluidas pruebas de su pasado húmedo. Y donde hubo agua pudo haber vida…
En 2016, la ESA y Roscosmos lanzaron el Satélite para el estudio de Gases Traza (TGO) de ExoMars, que con sus 3,7 toneladas es la nave más pesada que opera hoy en día en Marte. Dedicado a analizar la atmósfera del planeta con un nivel de detalle sin precedentes, está elaborando un censo de los gases presentes para averiguar si alguno de ellos tiene origen biológico o geológico. El satélite también ofrecerá un mapa global de la distribución del agua, en forma de hielo o de minerales hidratados, en el subsuelo poco profundo del planeta.
El TGO también es un proveedor clave de servicios de retransmisión de datos para el módulo de aterrizaje Insight y el róver Curiosity de la NASA. Será el principal relé de comunicaciones para la segunda misión ExoMars, formada por un robot explorador y una plataforma científica de superficie. Esta misión se lanzará en julio de 2020 y llegará a Marte en marzo de 2021. El TGO ya se está preparando para ello: este mes efectuará ajustes en su órbita para asegurarse de estar en la posición correcta para dar soporte a la entrada, el descenso y el aterrizaje del módulo de descenso.
Tras alejarse de la plataforma de superficie y estudiar sus alrededores, el róver de ExoMars, bautizado Rosalind Franklin, se trasladará a lugares de interés científico para examinarlos. Tomará muestras a 2 metros bajo el suelo, donde habrán estado protegidas de la potente radiación que bombardea la superficie, para analizarlas a bordo de su avanzado laboratorio en busca de señales de vida.
El róver Mars 2020 de la NASA también amartizará a principios de 2021 para explorar el delta de un antiguo río. Más allá de sus objetivos científicos, recogerá y almacenará muestras de suelo en recipientes del tamaño de un bolígrafo, listos para su recuperación y retorno a la Tierra: el siguiente paso lógico en la exploración robótica de Marte.
El concepto de Retorno de Muestras de Marte requiere tres misiones distintas y un esfuerzo internacional, del que Europa es socio clave y el róver 2020 de la NASA constituye el primer paso. La ESA está estudiando ideas para un róver de recogida, pequeño y ágil, que recupere las muestras guardadas y las deposite en un contenedor del tamaño de un balón de fútbol para su lanzamiento desde una plataforma de aterrizaje y un vehículo de ascenso desarrollados por la NASA. Una tercera misión estaría formada por una nave de la ESA que se enviaría de la Tierra a la órbita marciana para localizar el contenedor en órbita, capturarlo y traerlo de vuelta a nuestro planeta.

 

 

El orbitador de retorno a la Tierra empleará tecnologías heredadas de la misión científica más reciente de la ESA, BepiColombo: la propulsión eléctrica y los módulos multietapa separables. Para capturar el contenedor de muestras, también empleará tecnología de localización autónoma heredada de los vehículos automatizados de transferencia europeos que han llevado hasta la Estación Espacial Internacional suministros, combustible y oxígeno.
Al igual que en el caso de las rocas lunares, la recuperación de muestras marcianas constituirá un hito en la exploración espacial. Durante esta primera misión de retorno de muestras de Marte se podrían recoger unos 500 gramos de material procedente de distintos puntos. Una vez de vuelta en la Tierra, las muestras se tratarían en instalaciones especiales, garantizando así el cumplimiento de los requisitos de protección planetaria. Traer muestras a la Tierra permitirá llevar a cabo estudios que resultan imposibles en los laboratorios en miniatura de los róveres, por muy sofisticados que sean. Y lo que quizá sea aún más importante, hará posibles nuevos descubrimientos a medida que las técnicas de análisis mejoren con el tiempo.
Yendo aún más lejos, el entorno marciano debe comprenderse mejor antes de que los humanos visitemos el planeta. La recuperación de muestras no solo tiene valor científico, también ayudaría a evaluar los peligros relacionados con el polvo del suelo, algo relevante para la salud humana y para el funcionamiento de equipos de ingeniería en un entorno polvoriento. Las muestras también darían cuenta de cuál es la mejor forma de usar recursos en el planeta, un aspecto esencial para poder crear un entorno autosuficiente para estancias de larga duración en Marte.
Europa también participa en la misión Martian Moons Exploration (MMX) de la JAXA (agencia espacial japonesa), que estudiará las dos lunas marcianas y traerá a la Tierra una muestra de Fobos, para así comprender mejor su origen.
“Aunque seguimos maximizando el retorno científico de nuestros dos orbitadores marcianos, también nos estamos preparando para el aterrizaje y desplazamiento seguros por la superficie del planeta”, explica David Parker, director de Exploración Humana y Robótica de la ESA.
“Para garantizar nuestro futuro en la exploración de Marte, con vistas a la exploración humana del Planeta Rojo, ya estamos planificando los próximos pasos lógicos: una misión robótica de retorno de muestras, que sería el primer viaje de ida y vuelta a la superficie marciana. La misión Mars 2020 de la NASA pronto dará el primer paso de esta difícil misión. Nosotros queremos acabarla”. (Fuente: ESA)

Publisher: Lebanese Company for Information & Studies

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