La tendencia a olvidar cosas, hasta las más básicas, no es reflejo de que se preste poca atención a lo importante, de hecho, parece ser todo lo contrario. Las personas olvidadizas son bastante complejas. Tienen la mente trabajando a mil por hora y, por azares del destino, a veces lo que esta frente a ellos resulta indiferente o se vuelve invisible ante las cosas que pasan en su cabeza.
Quienes comparten esta tendencia, suelen también tener otras características en común. Aquí te contamos cuáles son.
Son más inteligentes
Esto se ha sabido desde hace mucho. Las personas olvidadizas tienden a ser más inteligentes. Usualmente su cabeza está en otro mundo, las ideas que tienen son distintas a las de los demás y por eso, aunque parezcan raros o despistados, realmente están pensando cosas más importantes de lo que dejan ver.
Son demasiado confiadas
Estas personas tienden a considerar que los demás también piensan como ellos. Su inteligencia no les permite ver realidades obvias y por eso muchas veces confían en que los demás entiendan las cosas como ellos lo hacen y no se dan cuenta de que los demás pueden hacer que cometan errores muy fáciles de evitar si no hubieran confiado tanto.
No trabajan en equipo
Todos sabemos que trabajar en equipo puede ser más difícil de lo que parece. Lo que le sucede a las personas despistadas es que hacen todo el trabajo en su cabeza, adelantándose a las situaciones y resolviendo lo que debe hacerse, por lo que al obligarse a ir al ritmo de los demás y tomar decisiones en equipo las cosas no salen bien.
Son más frías
Las personas olvidadizas suelen tener un alto coeficiente intelectual, sin embargo, eso afecta su inteligencia emocional. Ser tan racionales y eficaces en ciertas cosas los aleja de otras personas, con las que no desarrollan vínculos fácilmente. Sin embargo eso no debe asustar a nadie. Cuando una persona olvidadiza crea vínculos fuertes, puede ser la persona más cariñosa que existe.
Piensan rápido
Cuando una de estas personas comienza a contarte algo, habla y habla de muchas otras cosas. Cuando parece que está por llegar al punto de la cuestión, te confiesa que olvidó de qué estaban hablando. Es que quienes son olvidadizos piensan muy rápido, y a veces las palabras y las interacciones pierden ante el ritmo de lo que llevan en la cabeza.