Pensar en quitarse la vida, planificarlo, amenazar en hacerlo o incluso intentarlo es lo que se considera conducta suicida. Provocarse la muerte ha pasado por la cabeza de un 16-18% de los niños y niñas preadolescentes que participaron en un estudio hecho por investigadores del grupo de investigación en Nutrición y Salud Mental (Nutrisam), del Departamento de Psicología de la Universitat Rovira i Virgili, que tenía por objetivo evaluar con qué frecuencia se producía esta situación y cuáles son los principales factores que la desencadenan.
Para ello, las investigadoras incluyeron en su trabajo a 720 niños y 794 niñas que estudiaban en 13 centros de Reus -públicos y concertados- a quienes hicieron un seguimiento durante tres períodos evolutivos entre los 10 y los 13 años. Al inicio del estudio, los alumnos respondieron a una serie de test psicológicos que sirvieron para detectar quién presentaba sintomatología emocional relacionada con la depresión, la ansiedad y el trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Esto permitió establecer un grupo de riesgo de problemas emocionales y un grupo de control, diagnosticar estos trastornos con criterios internacionalmente estandarizados y hacer el seguimiento de los chicos y chicas para ver cómo evolucionaba la idea suicida durante toda la etapa que duró la investigación.
Las cifras que se obtuvieron fueron bastante estables. Durante el primer periodo un 16% del alumnado afirmó que había tenido la idea del suicidio en la cabeza, de los cuales un 33% la mantenían un año más tarde. Tanto en el segundo periodo como en el tercero, las ideas de suicidio las manifestaron el 18% de los estudiantes encuestados. En cuanto al riesgo de suicidio, que se determinó con entrevistas individuales, lo presentaron el 12,2% de escolares de una edad media de 11 años. A pesar de que no había diferencias entre sexos, la gravedad de la conducta suicida fue más alta en los chicos.
Las investigadoras también observaron cuáles eran los factores predictores de este planteamiento y encontraron respuestas diferentes en función del género. “En los niños son los síntomas depresivos previos los que acaban determinando la idea suicida posterior”, explica Núria Voltas, una de las investigadoras del estudio. En el caso de las niñas, en cambio, se combinan síntomas de ansiedad, de TOC y también influye la situación socioeconómica de la familia.
Los resultados de esta investigación, publicada en la revista científica Archives of Suicide Research, permiten conocer los factores que pueden desencadenar ideas de suicidio en este grupo de edad. “Esto nos puede ayudar a tener este aspecto más controlado y poder prevenirlo entre los preadolescentes, que están en una época de gran vulnerabilidad”, concluye la investigadora. (Fuente: URV)