Un químico presente en filtros solares, cremas y productos cosméticos causó alteraciones en procesos hormonales en estudios de laboratorio. Se trata de ensayos sobre cultivos de ovarios enteros de ratas que permitieron a científicos de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y del CONICET (Argentina) evidenciar que el BP3 actúa como un perturbador endócrino, es decir, interfiriendo con las vías de acción de las hormonas.
Los investigadores santafesinos publicaron sus resultados, un aporte a la sospecha mundial sobre los efectos hormonales que puede tener la exposición a este compuesto químico. A diferencia de lo que ocurre con otros contaminantes ambientales que llevan décadas de investigación, con sólida evidencia que impulsa la generación de regulaciones o mecanismos de control, lo que se sabe de los efectos de la Benzofenona 3 (BP3) es menor y la limitación de su uso es reciente. Actualmente solo se regula la cantidad de BP3 que se puede agregar a un producto, en Argentina es un 10%. Además, los rótulos deben indicar que lo contiene cuando supera el 4%.
“Es importante estudiar estos productos porque son de uso libre y muchos los consideran totalmente inocuos: está muy difundida la idea de que se puede usar toda la cantidad y todas las veces que uno quiera sin efectos negativos”, explicó Horacio Rodríguez, investigador del Instituto de Salud y Ambiente del Litoral (ISAL) dependiente de la UNL y el CONICET.
“No se trata de desalentar el uso de protectores solares, ya que cumplen una importante función de protección contra la radiación UV, pero sí de hacer un uso consciente, en particular en poblaciones vulnerables a los perturbadores endócrinos como son mujeres embarazadas y niños”, subrayó Clarisa Santamaría, docente de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) de la UNL y autora del trabajo publicado en Toxicology Letters.
Para conocer si un compuesto químico perturba las vías de acción hormonal, los investigadores exponen tejidos que son sensibles a hormonas a la sustancia de interés y observan si hay efectos. En este caso, el ensayo se realizó sobre ovarios de ratas.
Extrajeron ovarios de ratas recién nacidas y los cultivaron en el laboratorio una semana, expuestos a diferentes concentraciones de BP3. Las concentraciones evaluadas fueron similares o menores a las detectadas en sangre de seres humanos luego de la aplicación de cremas solares sobre la piel. Durante esos primeros días de vida ocurre un proceso clave: el ensamblado de folículos, es decir, se genera el stock de folículos que la hembra dispondrá a lo largo de su vida. “Lo que hacemos al completar la semana es contar esas células germinales que se formaron y estudiar la expresión y regulación de moléculas claves”, indicó Rodríguez, que también se desempeña como docente de la FBCB.
Los ensayos mostraron que el BP3 alteró el proceso incluso en las concentraciones más bajas donde se observó un menor número de células germinales en los ovarios. Según explicaron los científicos, estos resultados muestran que hay un efecto de perturbación, pero “para conocer si esto repercute en la salud son necesarios otros estudios en modelos más complejos”, aclaró Santamaría.
También participaron de este trabajo Nicole Meyer y Ana Zenclussen de la Otto-von-Guericke University, en Alemania, en el marco de un proyecto binacional.
A principios del siglo XX, el escenario era muy diferente. La piel bronceada no fue un anhelo o un signo de belleza hasta que Coco Chanel se ocupó de revolucionar los estándares en la década de 1920. Surgida la tendencia, el cine a color se ocupó de su propagación y comenzó la industria de productos para el sol.
En Estados Unidos se midió la exposición al BP3, analizaron la orina de la población y lo encontraron en 96 de cada 100 personas. Esto se debe a que se utiliza en muchos productos de cuidado personal, algunos de aplicación directa sobre la piel como cremas hidratantes, protectores solares y productos para el cabello y las uñas. Además, la población se expone a través del agua, donde llega principalmente por el uso masivo de estos productos.
Dentro de la misma línea de investigación, los investigadores del ISAL llevan adelante ensayos en cultivos de testículos enteros. Además, están comenzando nuevos ensayos en hembras preñadas, esta vez evaluando la exposición durante la gestación en un modelo in vivo. (Fuente: UNL)