El observatorio espacial XMM-Newton de la Agencia Espacial Europea (ESA) observó las huellas de la actividad que está teniendo lugar en la galaxia conocida como Messier 83, o M83.
Situada a unos 15 millones de años-luz, M83 es una galaxia espiral barrada, no muy distinta de nuestra Vía Láctea.
En la actualidad, M83 está experimentando una fase de formación estelar, con el nacimiento de un puñado de nuevas estrellas cada año.
Pero también destacan en ella diversos remanentes estelares.
Los remanentes son los restos de estrellas muertas que han completado su ciclo estelar.
Entre estos restos estelares, figuran los de explosiones de supernovas, así como también sistemas binarios con remanentes compactos, como estrellas de neutrones y agujeros negros que se alimentan de material de la estrella compañera.
Una estrella de neutrones es el núcleo aplastado de una estrella masiva a la que se le acabó el combustible, se derrumbó sobre sí misma por culpa de su propio peso y explotó como una supernova. Cada una alberga típicamente la masa equivalente a medio millón de Tierras comprimida en una bola de solo unos 20 km de diámetro, más o menos la longitud de la Isla de Manhattan en Nueva York, en EE.UU. Las estrellas de neutrones se hallan habitualmente como púlsares, que producen ondas de radio, luz visible, rayos-X y rayos gamma desde varios lugares de sus campos magnéticos circundantes. Cuando un púlsar gira y orienta estas regiones en nuestra dirección, los astrónomos detectan desde la Tierra pulsos de emisión, de aquí su nombre.
Un agujero negro es básicamente el cadáver de una estrella prensada sobre sí misma por su propia gravedad, al faltarle la fuerza que la mantenía “hinchada”. Una vez alcanzado ese estado colosal de compresión, muy superior a la que soporta una estrella de neutrones, su campo gravitacional se vuelve tan poderoso que absorbe todo lo que pase cerca, incluyendo la mismísima luz. Por eso no emite ni refleja luz alguna. La absorción de materia de su entorno, así como eventuales fusiones con otros agujeros negros, pueden hacer que un agujero negro llegue a tener una masa formidable. Los agujeros negros más masivos suelen estar en el centro de las galaxias.
Los fenómenos altamente energéticos que se pueden observar con telescopios de rayos X a menudo experimentan cambios regulares, en cuestión de días o incluso horas, lo que convierte el cielo de rayos X en todo un espectáculo de luz. (Fuente: ESA)