La basura espacial se ha convertido en una preocupación cada vez mayor en estos últimos años, puesto que las colisiones a velocidades orbitales pueden ser altamente perjudiciales para el funcionamiento de los satélites y pueden también producir aún más basura espacial en un proceso llamado Síndrome de Kessler. La Estación Espacial Internacional está blindada para atenuar los daños debido a este peligro.
Los expertos reconocen que hacer frente a este problema es complicado y costoso, por lo que sería necesario que los investigadores idearan nuevos métodos para solucionar esta clase de problemas.
Pese al pequeño tamaño de la mayor parte de los fragmentos, las vertiginosas velocidades a las que están sometidas, hacen de éstos una seria amenaza a cualquier misión que pueda ser efectuada en un futuro próximo.
La necesidad de limpiar la basura espacial
Una gran parte de estos residuos que son la contaminación espacial se desintegran al intentar atravesar la atmósfera de la Tierra, pero son las de mayor tamaño las que pueden llegar hasta la superficie terrestre o, incluso, poner en peligro los vuelos comerciales. Por ejemplo, durante el año 2007, un vuelo desde Santiago de Chile a Nueva Zelanda reportó la presencia de un fragmento de basura espacial a unos ocho kilómetros de su posición.
El problema de esta basura es cada vez más grande, pudiendo hacer intransitable la órbita de la Tierra debido a su presencia. Incluso, la presencia de un volumen cada vez mayor de basura espacial puede generar otros impactos con más objetos y producir a su vez más residuos, y así sucesivamente. Este efecto cascada de la basura espacial fue propuesto por el consultor de la NASA Donald J. Kessler bajo el nombre de síndrome de Kessler.
Ya supera ya los 19.500 fragmentos en órbita
Los escombros espaciales que rodean actualmente la Tierra, más conocidos como basura espacial, continúan creciendo y alcanzan ya la cifra de 19.524, según datos de la Oficina del Programa de la NASA de Restos Orbitales, actualizados a 30 de junio de 2019.
Este recuento que elabora cada año la NASA contabiliza la cantidad de satélites activos o inactivos que han sido lanzados o bien bajados de sus órbitas para ser hundidos en el mar, así como cohetes espaciales antiguos y en funcionamiento, y demás objetos procedentes de la fragmentación de residuos, generados por ejemplo en explosiones.
De manera desglosada, de estos 19.524 cuerpos espaciales que rondan el planeta, la Comunidad de Estados Independientes (CIS, en inglés) –antigua Unión Soviética– se mantiene como la que mayor cantidad de basura ha desechado en el espacio, con un total de 6.589 objetos (102 más que lo reflejado en el anterior informe, actualizado el 1 de abril de este año).
Le sigue muy de cerca Estados Unidos, con 6.581 escombros en órbita (39 más desde el último análisis). No obstante, el número de fragmentos generados en este país ha ido aumentado a un ritmo mayor que la antigua URSS en los últimos años, siendo cada vez menor la diferencia entre ambos. Al cierre de 2016, Estados Unidos era responsable de 5.719 fragmentos, mientras que Rusia había generado por entonces 6.346.
Así, a día de hoy, Rusia sigue siendo el mayor generador de basura espacial, por delante de Estados Unidos. También se mantiene en tercera posición China, con 4.044 desechos en órbita (4.019 hasta el 1 de abril).
Asimismo, un total de 290 piezas tienen sello japonés, la misma cantidad desde que se emitió el último informe de la NASA. Por detrás se encuentra India, con 254 fragmentos (41 nuevos en 3 meses).
Por su parte, la Agencia Espacial Europea (ESA) sigue siendo la entidad espacial que menos objetos desechados aporta al espacio, con 145. Junto con Japón, son las únicas que no han generado basura espacial desde el 1 de abril.
También hay países que independientemente de la agencia espacial a la que pertenezcan, también envían y ‘arrojan’ a la órbita terrestre aparatos espaciales. Así, sería el caso de los 556 franceses (uno más) o los 1.065 de ‘otras’ naciones (1.052 hasta el 1 de abril).
El programa de la NASA encargado de controlar la basura espacial es el ‘U.S Space Surveillance Network’ (SSN). La iniciativa la desarrolla el Gobierno de Estados Unidos y tiene como principal objetivo detectar, controlar, catalogar e identificar estos objetos hechos por el hombre y que orbitan alrededor de la Tierra.
Asimismo, se encarga de predecir cuándo y dónde caerá un objeto de nuevo en la Tierra, cuál es su posición en el espacio, detectar nuevos cuerpos residuales en el espacio y a qué país pertenecen, además de informar a la NASA si estos objetos interfieren con la Estación Espacial Internacional (ISS, en inglés).