Se conoce su existencia solo desde 1958, cuando se encontraron tres cráneos en una playa. Entonces se pensaba que había algunos cientos de ejemplares en el mundo, sin embargo, se descubrió que la realidad es más cruda y que están a punto de desparecer.

Con su peculiar nombre, estos animales tienen además un rostro muy característico, incluso algún científico ha dicho que parece que llevan pintalabios y rímel.

Las vaquitas podrían convertirse, efectivamente, en el segundo cetáceo (el primero fue el baiji o delfín chino de río) en perder el combate contra la acción humana, y en 2018 probablemente habrá desparecido.

Problemas que enfrenta

La pesca con redes agalleras y la polución del agua por pesticidas procedentes de la agricultura son sus principales amenazas.

En particular, el uso de estas redes para pescar el pez totoaba de forma ilegal está capturando también a las vaquitas.

 
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El estado crítico de esta animal es mucho más preocupante.

Intentos por salvarla

Entre otras iniciativas, los drones han captado la atención mediática. En concreto, se busca crear un sistema de vigilancia que realmente funcione y los drones han venido que ni pintados.

Es un proyecto reciente, implementado por las fuerzas armadas de México para evitar la pesca ilegal y si bien representa una gran ayuda, también es cierto que quedan muy pocos ejemplares.

Evitar que la población siga mermando es un objetivo prioritario, el único, a día de hoy, en realidad. Con este fin, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) ataca la raíz del problema. Es decir, pide que se detenga la pesca del pez totoaba. Se trata, sin embargo, de un problema de difícil consecución.

El mercado negro que actúa de motor para su pesca en aguas de México y Estados Unidos es una cuestión peliaguda que difícilmente puede atajarse. Para conseguirlo, el WWF reclama el cierre de pesquerías, buscando una solución que cortará la masacre y empezará a dar sus frutos a largo plazo.