Somos una unidad: cuerpo, mente y corazón. Lo que sucede en uno de nuestros planos repercute sobre los demás.
En esta línea, cualquier tipo de enfermedad generada por causas internas se produce a partir de un desequilibrio energético que puede estar vinculado con siete emociones que se asocian con cinco órganos. ¿Qué está por debajo de esta concepción? La idea de que cada órgano es una esfera que reúne lo físico, lo mental y lo emocional.
Ira
Esta emoción se asocia con el hígado. Se vincula con una energía generadora y expansiva. A nivel físico el hígado almacena la sangre y regula la circulación, y está asociado con la vesícula biliar.
Los ataques de ira dañan el hígado y puede generar también migrañas, dolor de cabeza, mareo y confusión. En armonía, el equilibrio de esta energía incide sobre la bondad, las ambiciones positivas y el espíritu emprendedor.
El hígado es la casa del alma, por eso suele somatizar los excesos de las emociones, para proteger al corazón.
Euforia y ansiedad
La euforia se asocia con el corazón que, a nivel físico, regula la sangre y controla los vasos sanguíneos. A nivel emocional, los estados de agitación perturban al corazón. En cambio, su equilibrio lleva a un estado de serenidad, generosidad y amor.
En desequilibrio, esta energía se manifiesta como sobreexcitación, agitación, alegría desmesurada, humor variable y extremista, y pérdida del control. Pueden surgir dificultades para comunicarse.
A nivel físico esto se expresa con irregularidades en el ritmo cardíaco que pueden derivar en palpitaciones, taquicardia, nerviosismo o insomnio, entre otras.
Preocupación
La preocupación excesiva o la fijación en un problema de manera constante se vincula con el bazo-páncreas que se localiza en el centro del tronco. Una de sus funciones más importantes es regular la transformación y el transporte de la energía.
El bazo-páncreas es la casa del intelecto. Allí se aloja el pensamiento lógico, la crítica constructiva, la reflexión y la memoria.
Cuando esta energía se encuentra en equilibrio, alimenta virtudes como la empatía y la compasión.
Por el contrario, el desequilibrio se manifiesta en intolerancia, aislamiento, problemas en la digestión, dolor abdominal y fatiga.
Tristeza y melancolía
La tristeza como emoción se relaciona con los pulmones que, a nivel físico, regulan la respiración, entre otras funciones.
Los pulmones son la casa del instinto. Cuando esta energía está equilibrada se vincula con la integridad; pero cuando hay un desajuste, aflora la tristeza, la melancolía y el sufrimiento. Se cae el escudo protector, y se vive una sensación de falta de confianza en la vida.
Miedo
Se relaciona con los riñones. Cuando existe una demanda neurótica de cosas, cuando vivimos un exceso de apego o nos aferramos demasiado a lo material, hay una búsqueda de seguridad que encubre la emoción de miedo.
Los riñones son la casa de la intención. En equilibrio, la energía renal se manifiesta en una gran confianza en las propias capacidades. Pero en desequilibrio, puede aparecer miedo, fobia, timidez, baja líbido.