El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, por sus siglas en portugués) de Brasil ha publicado algunos datos que muestran la aparición de 3.859 nuevos focos en las 48 horas posteriores a la prohibición de la quema de árboles, emitida el jueves por parte del gobierno brasileño. Aproximadamente 2.000 de ellos se han producido en la selva amazónica.
La mayoría de los incendios fueron provocados de manera intencional para usar las tierras para la ganadería y el cultivo de soja para alimentar a los animales. Rápidamente, el fuego devora la selva, los animales y su vegetación. Los pueblos indígenas que la habitan ven desaparecer sus tierras a un ritmo alarmante.
El árbol más grande del Amazonas
Muchos se preguntan qué pasará con el árbol más grande del Amazonas, el ejemplar de la especie Dinizia excelsa, conocido popularmente como Angelim rojo. Tiene 5,5 metros de circunferencia y 88 metros de altura y se encuentra en la espesura del norte de Brasil, ubicado junto a un “santuario” de árboles gigantes en la frontera entre los estados de Pará y Amapá.
Los bosques intactos en la región, aquellos que cuentan con menos del 5 por ciento de pérdida de dosel, registraron la mayor estabilidad climática en los últimos diez años, mostrando solo pequeños aumentos de temperatura.
Por el momento, gracias a su ubicación remota, está a salvo de los incendios que consumen esta zona vital para el planeta. Así lo reveló una investigación realizada por científicos brasileños y británicos.
“Es un gran descubrimiento, y ahora tenemos el compromiso de preservar los mayores árboles de la Amazonía”, dice Eric Bastos, coordinador de la investigación realizada en agosto por científicos de la Universidad Federal de los Vales de Jequitinhonha (UFVJM) y de las británicas Cambridge y Swansea.
El daño se sentirá por 30 años
Las áreas de la selva amazónica afectadas por incendios sufren los efectos durante al menos 30 años después de que se apague el fuego, según muestran los estudios.
Erika Berenguer, experta en incendios e investigadora de las universidades de Oxford y Lancaster en Reino Unido, asegura que los árboles gigantes pueden tardar hasta tres años en morir y que después de tres décadas, los bosques afectados aún tienen un 25% menos de biomasa.
Según explica la especialista, el verde vuelve, pero no como antes. El bosque se vuelve más claro y seco. La vegetación cambia y se vuelve menos diversa, al igual que la fauna, empobreciendo la jungla. Lo que reaparece después de la quema no se parece en nada a la selva original. En su lugar nace una maleza de viñas y árboles menos nobles de rápido crecimiento.
Un tercio de la deforestación global del bosque tropical ocurre en el Amazonas brasileño.
Por eso, cuando el fuego escapa del área de deforestación y entra en el bosque virgen, el llamado bosque en pie, el problema adquiere otra dimensión. Los primeros en morir son los árboles pequeños y delgados, pero un tronco grande puede arder durante días y alimentar el fuego. Los gigantes amazónicos que sostienen todo el ecosistema permanecen de pie y agonizan lentamente.