Un equipo internacional de psicólogas ha demostrado que una breve intervención (denominada “hipocresía de la atribución de culpa colectiva”) reduce la culpa colectiva atribuida a los musulmanes en su totalidad ante acciones cometidas por individuos concretos, así como la hostilidad en contra de los musulmanes.
El estudio se ha publicado en la revista Nature Human Behaviour, una de las más prestigiosas a nivel mundial en el campo de la psicología.
Este trabajo, en el que ha participado Ana Urbiola Vega, investigadora de la Universidad de Granada (UGR) en España, junto a dos colegas de las Universidades Northwestern y de Pensilvania (Estados Unidos), revela que la intervención puede ser efectiva al llevar a los participantes a una situación de ‘discomfort psicológico’, por ser inconsistentes consigo mismos o con la imagen de estabilidad y consistencia que quieren presentar ante los demás.
En este caso particular, la intervención pone de manifiesto la tendencia a culpabilizar (hipócritamente) cuando se trata de acciones cometidas por miembros aislados de los “exogrupos”, pero no cuando se trata de miembros del propio grupo.
Como explica Urbiola Vega, actualmente profesora en la Universidad de Almería, “la hostilidad hacia algunos grupos minoritarios (percibidos como exogrupos: es decir, compuesto por miembros que se consideran “los otros”, miembros de otro grupo diferenciado del propio, ya sea en base a su etnia, grupo cultural, etc.) contribuye a la escalada del conflicto y al aumento del círculo de violencia intergrupal”. Las personas musulmanas, junto con las personas gitanas, son el grupo más discriminado, no solo en España, sino también en Europa.
En esta investigación participaron más de 600 ciudadanos españoles en cada estudio, incluyendo un grupo control (en el que no realizaban la intervención) de comparación.
La intervención de “la hipocresía de la atribución de culpa colectiva” redujo la tendencia a atribuir la culpa a todos/as los/as musulmanes/as (por el mero hecho de serlo) de acciones cometidas por extremistas musulmanes, y redujo la hostilidad anti-musulmana (islamofoba) en comparación con el grupo control (quienes no recibieron la intervención). Los efectos perduraron incluso un año después y tras los atentados cometidos en Barcelona por extremistas musulmanes en agosto de 2017.
El efecto de la intervención pone de manifiesto para los/as participantes la hipocresía existente en la tendencia humana de atribuir la culpa colectivamente de acciones de miembros individuales a todos los miembros que componen el grupo, cuando se trata de un “exogrupo” pero no del “endogrupo”, es decir del grupo sociocultural de pertenencia.
“Es como si las personas participantes, al darse cuenta de que es incoherente hacerlo en unos casos y no en otros, reaccionaran empezando a ver las cosas de otro modo, porque no pueden justificarse ni siquiera a sí mismos/as que para unos se aplique un nivel de hostilidad generalizada y para otros no -explica Urbiola-. A los humanos nos incomoda la inconsistencia, y presentarnos como personas con discursos y comportamientos incoherentes, aunque bien es cierto que nuestra cotidianidad está llena de incoherencias”.
Los investigadores evaluaron la hostilidad hacia los musulmanes a través de diversas medidas: el deseo de tener distancia social con personas musulmanas; el apoyo a políticas restrictivas en contra de este grupo y la facilitación de firmar una petición en apoyo a medidas de apertura y reasentamiento de refugiados musulmanes sirios que llegan a España (evaluando estas puntuaciones de manera inversa).
Los autores realizaron un estudio adicional con otra muestra de españoles para replicar los efectos y confirmar la importancia del rol mediador de la culpabilización colectiva sobre los efectos en la hostilidad, demostrando que esta atribución de culpa es una importante variable psicológica implicada en explicar los efectos sobre la hostilidad anti-musulmana.
Los efectos de esta intervención que publica la revista Nature Human Behaviour fueron significativamente mayores para personas que tienen una alta preferencia por la consistencia, es decir, personas que consideran muy importante no tener dos creencias inconsistentes, comportarse de manera coherente con sus creencias y que valoran que los demás les vean como personas consistentes y predecibles.
A la luz de los resultados de este trabajo, la investigadora de la UGR señala que “creemos que es esencial entender las variables psicosociales implicadas en la escalada o reducción del conflicto intergrupal para frenar la hostilidad y violencia intergrupal”. (Fuente: UGR / DICYT)