Leonardo DiCaprio vuelve a ser noticia por su activismo en favor del medio ambiente. Esta vez no se trata de salvar a los elefantes o a los tigres, por los que siente debilidad. Tampoco apelar conciencias en favor de la lucha por el calentamiento global ni enseñarnos su apartamento ecológico de gran lujo. Ahora, Leo anuncia unarevolución verde que sirva de ejemplo al mundo.
Quiere que su isla privada frente a la costa de Belice, Balckadore Caye, se convierta en un refugio ecológico para turistas millonarios que abrirá sus puertas en 2018. En ella prevé construir un hotel y viviendas privadas a precios prohibitivos, de entre 5 y 15 millones de dólares, construidas con materiales sostenibles. Sin embargo, su gran valor será estar ubicados en un entorno no sólo ecológico sino también restaurado.
Cambiar las cosas
¿Qué quiere conseguir con este eco-resort de lujo? No se trata de dar capricho a turistas pudientes, y puestos a encasillar, hagámoslo de forma más concreta. Es decir, esta isla mega guay ecológica de la muerte sería el paraíso ideal de los scuppies o ecológicos de pega que, básicamente, siguen el lema de vivir bien, mejor imposible, y fardar de estilo de vida ecológico.
Hay que reconocer que de scuppie tiene algo nuestro amigo Leo, sobre todo desde que se montó aquel impresionante apartamento en el barrio neoyorquino de Greenwich Village, amén de las numerosas propiedades que tiene en todo Estados Unidos y el mundo.
Dicho esto, sin embargo, hay que reconocerle grandes méritos como activista que hace mucho más que otros famosos para proteger el planeta, tanto a nivel de donaciones como mediático. Aunque quizá ha pecado de excesos y exhibicionismo con su apartamento, ganan los ejemplos que demuestran un compromiso auténtico.
Dentro de este activismo loco (bendita locura), el complejo Balckadore Caye, según asegura la celebritie, persigue un fin muy claro y ambicioso: “El objetivo principal es hacer algo que cambiará el mundo“, declaró a The New York Times.
¿Pero, en qué consiste esta revolución verde? Explicado con brevedad, el protagonista del Titanic busca convertir la isla en “un escaparate de lo que es posible” aprovechando su fama y las grandes cosas que va a hacer en ella. Será un ejemplo para el mundo, un espejo en el que mirarse para saber hacia dónde hay que ir si queremos evitar la destrucción ambiental y, con ella, la extinción de especies, incluida la humana.
En efecto, porque no se trata de montar un complejo turístico de bajo impacto ambiental, ni siquiera de conseguir que éste tenga un impacto cero. Lo que se busca es “restaurarla”, evitar su degradación provocada por la erosión, la sobrepesca y la invasión de especies no autóctonas a nivel de vegetación y de especies marinas, haciendo especial hincapié en la preservación de los corales.
Un paraíso en la Tierra
La inefable belleza del lugar hizo sentirse al actor en “un paraíso en la Tierra”, tal y como él mismo ha reiterado en numerosas ocasiones, desde el mismo instante en el que la descubrió, y poco después adquirió por 1,75 millones de dólares en 2005.
Quienes vayan a vivir a estos paraísos naturales, explica DiCaprio, habrán de llevar un estilo de vida acorde con la filosofía ecológica del entorno. Para ello, expertos de todo tipo supervisarán el impacto que las actividades humanas provoquen en el medio ambiente y, por otro lado, ayudarán a sus habitantes a conseguirlo.
Sus críticos no han permanecido callados. Como era de esperar, algunas voces han acusado al actor de estar jugando a ser ecológico complicándose la vida sin necesidad y, en realidad, contaminando. Jan H. Katz, profesor en la Escuela de Administración Hotelera de Cornell, en Estados Unidos, es uno de los más duros, afirmando que “si realmente le importa la sostenibilidad, lo sensato sería hacer una donación a un programa de conservación”, en lugar de disparar la huella de carbono volando a una isla remota y generando basura.
(ecologiaverde)