Cuando se produce un terremoto de cierta magnitud, se desencadenan otros sismos menos potentes a miles de kilómetros. Se conocen como réplicas del terremoto principal. Si estas zonas del interior de la tierra han sido alteradas por las sustancias químicas que se inyectan en las operaciones de fracking, hay más probabilidades de que se produzcan terremotos, según asegura un nuevo estudio publicado en la revista Science. Anteriores estudios ya habían demostrado que la inyección de líquido que se produce en las operaciones de fractura hidráulica puede aumentar la actividad sísmica de una región. Este último estudio analiza otro fenómeno: los terremotos producen otros temblores más pequeños en zonas muy alejadas. Los científicos que han elaborado el trabajo han estudiado tres grandes terremotos: el terremoto de Tohuku-oki, ocurrido en Japón en 2011, de magnitud 9, el de Maule, en Chile, en 2010, de magnitud 8,8, y el de Sumatra, Indonesia, en 2012 (8,6). Unos veinte meses más tarde, los grandes terremotos provocan otros de menor potencia en lugares tan lejanos como el Medio Oeste de Estados Unidos, precisamente donde hace años que existen proyectos de fracking. El hallazgo no ha sorprendido a los científicos, ya que, desde hace tiempo, se sabe que en las regiones donde hay abundancia de líquidos en el interior de la tierra, como el Parque de Yellowstone, por ejemplo, puede aumentar la actividad sísmica después de un terremoto de gran magnitud, aunque éste se produzca muy lejos. Es la primera vez que se documenta la relación entre los terremotos a una enorme distancia y la actividad sísmica en lugares donde actividades humanas ha incrementado la presión de fluidos a través de inyecciones subterráneas. El terremoto de Chile provocó pequeños sismos en Oklahoma El estudio se centró en Praga, Oklahoma, y vincula el aumento de los temblores en la región, que tiene varios pozos de inyección, con el terremoto que se produjo en Chile el 27 de febrero 2010. El estudio también asegura que los grandes terremotos en Japón e Indonesia provocó terremotos en zonas del oeste de Texas y el sur de Colorado, donde también hay muchos pozos de fracking Más metano y más terremotos por el fracking Leer más: http://www.ecologiaverde.com/mas-metano-mas-terremotos-fracking/#ixzz3YI9S4WDT Más metano y más terremotos por el fracking Diferencia entre los políticos locales y nacionales. Gobiernos y políticos frente a agencias ambientales y ciudadanos. En España, mientras la mayoría de Comunidades Autónomas se posicionan contra el fracking, el ministro de Industria, Energía y Turismo, apoya esta práctica tan perjudicial para el medio ambiente. Los ciudadanos protestan, a veces, de forma original, como ha ocurrido en Cantabria, donde la Asociación de Emprendedores Pasiegos organizó una “Balonada contra el fracking”, regalando pelotas contra la fractura hidráulica en la playa de los Bikinis. Por desgracia, los políticos (los irresponsables, aclaro) no escuchan al pueblo y las Comunidades Autónomas no tienen competencias sobre el asunto, por mucho que se empeñen en declarar sus regiones “libres de fracking”. Si el Gobierno y las grandes empresas multinacionales deciden extraer el gas natural con este método, será muy difícil pararlos. Los consejos de administración de las empresas tienen más poder que los presidentes autonómicos elegidos por los ciudadanos. De momento, han puesto en marcha todo su engranaje mediático para contar mentiras y confundir a la opinión pública. Los defensores del fracking (que, casualmente, son los únicos que van a ganar dinero a espuertas con los proyectos) dicen que el daño medioambiental de esta forma de extraer gas es mínimo. Pero los estudios que se han llevado a cabo en Estados Unidos, país pionero en poner en práctica la técnica, los desmienten. De hecho, es peor de lo que se pensaba. La cantidad de metano (un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono) que se emite a la atmósfera supera las previsiones. En el estado de Utah, donde miles de pozos han sido perforados en el condado de Uintah, según una investigación realizada por la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) y CIRES (Cooperative Institute for Research in Environmental Sciences), se emite entre un 6 y un 12% del gas extraído por fractura hidráulica. El resultado: concentraciones de metano extremadamente altas en la atmósfera