Cuando el satélite Modis detecta seis hectáreas descubiertas de bosque, dispara sus alarmas. Esto equivale a casi doce campos de fútbol cuyos árboles fueron arrasados. Ese fue el tema de ayer durante la presentación del cuarto boletín de Alertas Tempranas de Deforestación en Colombia para el segundo semestre del año pasado. La conclusión fue que los departamentos deberán tomar acciones para proteger los bosques, los que abastecen a la población colombiana de casi todos los bienes y servicios de los que dispone. De acuerdo con Ómar Franco, director del Instituto del Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), “detectamos cinco núcleos de deforestación permanentes y tres que están sobre la mira y que volvieron a aparecer”. Esto significa que las zonas del Caquetá, Putumayo, Guaviare, sur del Pacífico y Antioquia continúan con la tala indiscriminada de árboles y no han tomado acciones contundentes que le pongan freno. En el nuevo informe aparecieron tres puntos más que presentaban deforestación: Chocó, Santander y Putumayo. Sin embargo, esto no se traduce en que no existiera deforestación en esos lugares, sino en que era atomizada, fragmentada. Ahora se ve como un gran parche rasurado. El estudio sirve como un instrumento de control y vigilancia por parte de las corporaciones autónomas sobre sus territorios. Además, es útil para que los departamentos tomen las riendas del asunto. Porque, en efecto, son una herramienta ambiental para los gobernadores y alcaldes y no solo para la autoridad ambiental, que muchas veces se queda corta con su andamiaje económico. “Los departamentos tienen con qué y las corporaciones no son las únicas que deben estar al tanto”, dijo Franco. Las alertas tempranas son útiles porque permiten identificar problemas de tala ilegal, minería ilegal, conversión a cultivos agrícolas e incendios forestales. Además, la tecnología procesa algoritmos para detectar cambios de manera automática, una ventaja operacional inmensa. El resultado son imágenes satelitales que revelaron una concentración del 70% de las alertas en solo siete departamentos. Por otro lado, se presentó el primer mapa de degradación de suelos por erosión. El estudio confirmó que el 40% de la superficie continental de Colombia cuenta con algún grado de erosión. Esto equivale a 45 millones de hectáreas del país, con excepción de las costas. Esos grados de degradación se expresan en severidad y las cifras revelaron que la mitad de la erosión es ligera y se presenta con más fuerza en el departamento de Caldas. Sin embargo, la más severa sigue siendo La Guajira, con casi el 80% de su territorio devastado. Las razones son varias para incidir sobre los suelos: la social, que implica el crecimiento de la población, la económica, cuando se pasa a un modelo extractivista, y la cultural, asociada a una agricultura tecnificada que usa plaguicidas y fertilizantes sintéticos. El país les sigue la pista a las alertas por deforestación y erosión. Después de Brasil, que hace informes quincenales, Colombia genera uno cada seis meses. Y su primer mapa de erosión mira con detalle a uno de los reguladores climáticos más fuertes, que es el suelo. Así que estos productos “no son del sector ambiental para el sector ambiental, son un intento de respuesta a los interrogantes que el país necesita para tomar decisiones”, remató Franco.