Un estudio con especies endémicas de México muestra cómo el aumento de temperatura esta afectando a su distribución y número

Y no volverán las oscuras golondrinas

MIGUEL ÁNGEL CRIADO

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La tórtola de Socorro (Zenaida graysoni) es una ave andémica de México. Hasta hace unas décadas no era extraño verla en los cielos de la isla del mismo nombre, en el estado de Colima. Hoy es tan endémica que ya no se encuentra en libertad y para ver a los pocos centenares que quedan hay que ir a algún zoo. Aunque es un caso extremo, un estudio muestra que el país americano está perdiendo gran parte de su biodiversidad aviar. La causa vuelve a ser el calentamiento provocado por el cambio climático.

México alberga más de un centenar de aves endémicas. Son poblaciones que tienen áreas de distribución pequeñas y preferencias ecológicas muy especificas, por lo que son particularmente vulnerables a los cambios del ambiente. También en México está en marcha desde hace años aVerAves, una potente iniciativa de ciencia ciudadana para avistar y recabar datos sobre la distribución de las aves en tierras mexicanas. Combinando ambos hechos, la avifauna mexicana pueden ser el mejor sensor para medir el impacto del cambio climático a escala regional o local.

Un grupo de investigadores mexicanos y estadounidenses ha comparado la distribución de las aves endémicas que había hasta mediados del siglo pasado con los últimos datos obtenidos por aVerAves. De la primera época obtuvieron 331.000 registros con la especie y lugar de avistamiento. De la segunda, desde 2000, la plataforma de ciencia ciudadana contaba con casi 900.000 anotaciones. Así pudieron crear tres mapas de la avifauna mexicana: el del pasado, el del presente y un tercero destacando los cambios que ha habido en este tiempo.

“Los resultados de nuestros análisis muestran que en el balance ha habido más pérdidas que ganancias en términos de los sitios ocupados por las especies analizadas”, dice el biólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Martínez Meyer. “Esto no quiere decir que hay extinción de especies, quiere decir que hay una tendencia a que, en las especies estudiadas, las distribuciones se han reducido más de lo que han aumentado. Desde luego, si esta tendencia se mantiene o aumenta en el mediano y largo plazo, podríamos esperar que algunas de estas especies se vean en serias dificultades”, añade.

El estudio se apoya en el proyecto de ciencia ciudadana aVerAves y registros históricos de avistamiento

Aunque en este primer estudio no han calculado aún un porcentaje de pérdida o ganancia, el estudio, publicado en Science Advances, muestra que se han perdido poblaciones en más sitios de las que se han ganado en otros lugares.

Los investigadores dividieron el mapa de México en cuadrículas y volcaron sobre él los registros de avistamiento de los dos periodos estudiados. En la comparación entre el pasadao y el presente, vieron que se produjeron unas pocas ganancias de especies en solo dos zonas del país: en el norte y centro del enorme desierto de Chihuaha y en la región noroccidental de Baja California. Las mayores pérdidas se han producido en en los estados de Sonora, Sinaloa, en la zona sur del desierto de Chihuaha y el sureste de Chiapas.

Aprovechando la alta resolución espacial del mapa, los biólogos buscaron también el porqué de esta pérdida de biodiversidad. Manejaron tres variable principales, una directamente humana, como es la alteración del paisaje por medio del aumento de población, la extensión de infraestructuras, cambios en el uso de la tierra.. en las últimas décadas. Las otras dos variables son climáticas: el régimen de precipitaciones y la temperatura.

Vieron que la variable que mejore se ajusta a los cambios en la distribución de las aves era la temperatura. “No sorprende que sea el factor climático que más influencia tiene en los cambios de distribución que observamos, pues es este factor el que determina en muchos casos los límites en donde pueden vivir las especies, no solo las aves”, explican los autores del estudio. Para estos biólogos mexicanos, “si la temperatura continua en aumento, las especies tendrán menores posibilidades para responder y estarán en mayor riesgo”.

EL PAIS

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