ÁNGELES LUCAS Archivado en: Huertos Explotaciones agrarias Peces Espacios cultivo Pobreza Crowdfunding Especies acuáticas Cooperación desarrollo Financiación Andalucía Economía agraria España Educación Agricultura Animales Agroalimentación Fauna Problemas sociales Finanzas Especies Sociedad Medio ambiente “Me da pena comer los peces que criamos. Les cojo cariño”, dice simpática Soledad Nieto, de 67 años. Habla en el porche de su piso habilitado con uralita y unas vallas. Ahí ha instalado un espacio en el que se genera vida. Hay tres depósitos de 1.000 litros de agua en los que cría tilapias, y sobre ellos, a un metro y medio de altura, crecen tomates, pepinos, calabacines, acelgas, puerros… Acaricia con los brazos levantados las hojas de sus plantas desde el barrio sevillano del Polígono Sur, marcado históricamente por la exclusión social y el narcotráfico. En su parcela se desarrolla un método ancestral pero con desarrollo innovador llamado acuaponía, un sistema integrado de criadero de peces y cultivo de frutas y verduras. Es un circuito cerrado de agua. El agua de los peces sube con una bomba a los huertos para nutrir los cultivos y se deposita en las raíces. Allí, las bacterias transforman los desechos de los peces en sales para las plantas y además limpian el agua. Mediante un sifón, el líquido renovado vuelve a los peces, de forma que simula el ciclo de un río, y no hace falta regar durante varios años. En 2014, cuando Nieto accedió a poner el sistema acuapónico en su casa, generó 21 kilos de pescado y 60 de hortalizas y frutas. La iniciativa que acoge en su piso junto a su hijo desempleado es una línea de investigación innovadora en Europa. “No hay ningún proyecto parecido que utilice con carácter social este sistema, que ya de por sí es bastante único. Es muy original. Solo lo desarrollan algunas personas de forma individual y empresas muy contadas”, asegura Morris Villaroel, ingeniero y coordinador del proyecto acuapónico europeo de Cooperación en Ciencia y Tecnología COST. La acuaponía, que ha sido utilizada en la Historia por aztecas y chinos, ha llegado hasta las calles de las Tres Mil Viviendas por la voluntad del técnico del Comisionado para el Polígono Sur, José Lobillo, que alentó a un grupo de investigadores de la Universidad de Sevilla a que estudiaran este sistema. “Su implantación tiene cuatro objetivos clave: producir comida, generar autoempleo, utilizar el método como recurso educativo en la zona y enseñar a cuidar el medio ambiente”, resume José Lobillo. El profesor de Ciencias Agroforestales de la Universidad de Sevilla, Víctor Fernández, lo corrobora: “los vecinos obtienen un producto de calidad, fresco, sin pesticidas, conseguido con esfuerzo y dignidad y sin esquilmar el medio natural”. La puesta en marcha de este sistema ha unido las sinergias del comisionado con la universidad y también con la asociación ecologista del barrio Verdes del Sur, que se ha prestado a colaborar con Nieto para desarrollarlo en el ámbito doméstico. El próximo objetivo de las tres fuerzas es mucho más amplio: que sean 200 familias las que puedan disponer de instalaciones acuapónicas en el barrio. Han nombrado al proyecto El milagro de los peces y para conseguirlo abrieron una campaña de micro mecenazco con la que consiguieron 6.614 euros de los 11.000 que solicitan. Los miembros de la asociación ya han comenzado a tramitar los permisos necesarios y para el próximo otoño esperan empezar a disfrutar de los nuevos sistemas acuapónicos. “Si se implanta de forma más amplia en el barrio se puede crear empleo en instalación, asesoría, formación, cultivos, mantenimiento del sistema…, además de las ventajas que da generar tu propios alimentos y concienciar del cuidado del medio ambiente”, apunta Juan Manuel Blanco, portavoz de la asociación Verdes del Sur, muy concienciado por desarrollar el barrio. “Si los huertos fueran más grandes podríamos dar comida a más criaturitas del barrio que lo necesitan, que se acercan a los contenedores de basura a buscarla o van al banco de alimentos”, dice Nieto, que reparte su producción entre los vecinos. “Con este sistema controlas lo que comes y no se utiliza ningún tratamiento químico, por lo tanto es más natural”, apunta Lobillo, que para la puesta en marcha de El milagro de los peces espera que la energía que mueva las nuevas instalaciones sea renovable, por lo que el único gasto externo sería el de la alimentación de los animales. El profesor Fernández apunta también a posibles mejoras del sistema en el futuro, fundamentalmente orientadas a extraer la energía del sol o de la geotermia. “Los peces que hemos seleccionado son de clima tropical y en Sevilla los inviernos son fríos, por lo que sería interesante utilizar la temperatura estable de suelo para mantener bien a los peces y la energía del sol para la electricidad de las bombas y los sifones”, ejemplifica el profesor. A la asociación Verdes del Sur le avala la implantación de huertos urbanos en centros educativos del barrio, tanto para educar a los menores como para alimentar a las familias. En el colegio Manuel Altolaguirre, los niños de hasta 10 años cuidan los cultivos en la hora del recreo asesorados por dos miembros de Verdes del Sur y en un solar del centro Romero Murube, Dolores Soto cultiva lechugas, sandías, calabacines y cebollino junto a dos de sus tres hijos. “Es muy bonito ver crecer las plantas, además, nos viene muy bien este huerto porque comemos alimentos ecológicos y ahorramos en la compra”, dice Soto mientras riega la cosecha. La asociación esperaba también que el Ayuntamiento de Sevilla le cediese 15.000 metros cuadrados del nuevo Parque del Guadaíra, pero el Consistorio no hizo entrega de los terrenos en la pasada legislatura, gobernada por el Partido Popular. “Esa tierra abastecería de comida a 130 familias, además del apoyo de las instalaciones acuapónicas que también irían en la zona de huertos”, aclara Blanco. La profesora de Agricultura Ecológica de la Universidad de Sevilla Itziar Aguirre, que ha ofrecido cursos de formación a los vecinos del Polígono Sur, reclama también los terrenos. “Hablamos de un barrio con hambre. Los cursos, el abono y las plantas que habíamos preparado de cultivos ecológicos estaban listas para tener esos terrenos desde 2013, pero no los entregaron. Ahora, con el cambio de gobierno, vamos a vivir un momento clave. Esperemos que definitivamente puedan instalarse los cultivos allí”, dice esperanzada. Mientras, en centro Romero Murube, la vecina Mercedes Silva, de 70 años y con 16 nietos, dice que el huerto le da vida. “Con 13 años ya empecé a recoger trigo y cebada con hoces, me gusta estar cerca de la naturaleza, así te quitas las penas, incluso el médico me ha dicho que esto me viene muy bien”, añade. “El Polígono Sur necesita todo este tipo de actividades, que cambien la concepción del barrio y que empodere a sus vecinos”, concluye Lobillo. “Es una satisfacción y un entretenimiento muy interesante cuidar del sistema acuapónico. Espero que consigamos hacerlo más grande para que puedan disfrutarlo más personas”, dice Nieto. Con esta iniciativa se traspasa la metáfora de dar la caña de pescar a los que más lo necesitan. Directamente los alimentos se multiplican en el Polígono Sur de Sevilla.