El desierto, que ya afecta a más de la mitad del territorio de Chile, incluyendo la capital del país, avanza cada año con una velocidad lenta pero indeclinable. La desertificación, la deforestación, la escasez del agua y la erosión del suelo se suman en un círculo vicioso que amenaza a Santiago, creando graves problemas medioambientales y sociales que desembocan a su vez en un aumento de la pobreza. Con una velocidad permanente de 0,4 hasta 1 kilómetro por año, el desierto está avanzando cada vez más hacia la capital de Chile, Santiago, creando un círculo vicioso que amenaza al país, informa el diario digital El Mostrador. Este avance del desierto tiene tres principales causas, dos de las cuales son responsabilidad de los humanos. Estas son la deforestación y la erosión del suelo por su mal manejo, y la causa natural es la sequía que se debe a la reducción de las lluvias. De manera directa, el cambio climático no está entre las causas principales, pero sin duda también aporta a este proceso. En general, un 62% del territorio de Chile, incluyendo Santiago, donde vive el 55% de la población, está afectado por la desertificación tanto grave como moderada, según datos de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), citados por el diario. Este proceso afecta a 1,5 millones de personas entre la población chilena, causando problemas económicos por pérdidas agrícolas, y como consecuencia el hambre y la migración hacia las ciudades. Una cuarta parte de estos 1,5 millones de chilenos viven en Santiago, el resto es población rural que se dirige a Santiago y otras ciudades creando cordones de pobreza en torno a éstas. El otro grave problema que crea la migración anual, que alcanza un 3%, es la falta de agua. Todo ello sin mencionar que Chile acaba de vivir el semestre más seco de los últimos 50 años y los científicos prevén sequías duraderas para las próximas decenas de años, así como el aumento de la temperatura máxima en Santiago en 2 grados Celsius para el período entre 2030 y 2059. Esto tendrá como resultado que el balance hídrico se vuelva permanentemente negativo, resalta el diario. Según el análisis del diario, otra consecuencia de la desertificación es la erosión del suelo que en la parte central de Chile ya afecta a más del 50% del territorio. Pese a ser un proceso natural, se agrava por las acciones de los humanos como la deforestación, incendios y el mal manejo del suelo. La erosión se suma a otros factores y además es mucho más difícil de revertir, ya que el suelo tarda años para recuperarse de la extracción de los recursos, incluso si los humanos tratan de ayudar a este proceso de recuperación. “Santiago crece y se desertifica, pero desertifica también a todos los demás territorios y como ahí ya no se puede vivir, la gente se viene a Santiago, que crece más y se vuelve a desertificar”, concluye el doctor en Ciencias de los Recursos Naturales Leonardo Vera citado por el diario, y ese “círculo vicioso” ya tiene más de 200 años. Aplicando los esfuerzos necesarios se puede luchar contra la desertificación, la escasez del agua y la erosión. Pero aquí surge el último problema: la pérdida de información de un ecosistema, que según el diario es la mejor definición de desertificación. Y sin información ¿cómo se puede combatir el problema?