El consumo colaborativo es un nuevo estilo de vida acorde con una existencia alejada del consumismo y, se practique o no como un gesto eco-amigable intencionado, el resultado es beneficioso para el planeta.   Pero no solo eso, porque ser un consumidor responsable con el medio ambiente también tiene numerosas ventajas para el bolsillo. Y, sea como fuere, lo cierto es que el consumo colaborativo está de moda y se ha convertido en un auténtico fenómeno social. ¿Su lema? Vivir mejor con menos o, lo que es lo mismo, consumir menos y mejor… Son muchas las razones por las que el consumo colaborativo puede ser clave a nivel personal y también social. A continuación, señalaremos cinco buenas razones por las que apostar por la economía colaborativa puede resultar tremendamente positivo para las personas, para la sociedad y también para el planeta.   1.Contribuimos a un mundo mejor   Las acciones cotidianas que son sinónimo de sostenibilidad y contribuyen a la formación de sociedades más concienciadas, con poder de transformación hacia un mundo mejor tienen un potencial revolucionario que acaba por cambiar las cosas.   De este modo, el consumo colaborativo es una manera de contribuir a hacer del mundo un lugar más humano y solidario, al tiempo que ayudamos a salvar el planeta de forma decidida, demostrando con hechos (obras so amores…) que la solución está en cada uno de nosotros. Que, más allá de lo que dispongan las multinacionales o los gobiernos, el ciudadano tiene la última palabra en un sinfín de cuestiones que afectan a su vida cotidiana.   2.Ahorramos un buen dinero   Sobrevivir a situaciones críticas a nivel económico no es fácil, sobre todo cuando se vive en una sociedad que no ofrece oportunidades laborales ni mucho menos se caracteriza por respaldar a los ciudadanos que peor están pasándolo.   Las crisis económicas siempre se ensañan con los más débiles, y la economía colaborativa se revela como una auténtica tabla de salvación. De este modo, compartir, intercambiarse, prestar, el trueque y la solidaridad constituyen un mecanismo eficaz para cubrir las necesidades básicas de personas con problemas económicos.   Además, tiene mucho potencial como estilo de vida al margen de las dificultades económicas. En este caso simplemente se trata de una opción de vida. Tan solo eso, ni más ni menos que eso…   3.Somos más ecológicos:   Ahorrar recursos y llevar una vida al margen del voraz consumismo es una manera fácil de ayudar al planeta y, puesto que acaba convirtiéndose en un estilo de vida, logramos una vida más verde sin hacer un esfuerzo extra.   La suma de muchos gestos cotidianos en el hogar, en el trabajo y a la hora de ser consumidores y usuarios responsables, se traduce en una vida sostenible que resulta de llevar una forma de vida alternativa.     4.Predicamos con el ejemplo:   Decir adiós al consumismo es complicado, pero la economía colaborativa constituye una alternativa que nos lo pone fácil. Su creciente popularización convierte una opción difícil de llevar a cabo en solitario en una posibilidad que resulta cada vez más sencilla gracias a la aldea global de internet y a las posibilidades que nos brindan las nuevas tecnologías.   La posibilidad de hacer realidad una economía sostenible que rete al actual status quo es una utopía cada vez menos lejana. Al menos, así es si tenemos en cuenta el auge de la economía colaborativa.   A nivel social, el fenómeno gana adeptos de forma espontánea y, a su vez, impulsa otras iniciativas sostenibles. Por lo tanto, predicar con el ejemplo, -la mejor manera de ser convincentes a la hora de expresar nuestros principios y de enseñar a los pequeños de la casa-, es una de las principales ventajas de la nueva economía colaborativa.    

  1. Una vida más auténtica:

  El ahorro de recursos y de energía: Si reutilizamos, reciclamos, compartimos y reducimos el gasto en aquello que en realidad es innecesario no solo ahorraremos y haremos un favor al planeta, sino también a nosotros mismos.   Del mismo modo que las tres erres del reciclaje (reducir, reciclar, reutilizar) nos llevan por la senda de la sostenibilidad al evitar la sobreexplotación de los recursos naturales y el consumo de energía, así como una innecesaria emisión de gases de efecto invernadero, una vida alejada del consumismo nos aporta valores muy positivos.   Del mismo modo que ahorramos energía, dinero y emisiones compartiendo coche, hacerlo representa una bonita ocasión para hacer amigos. Y, cómo no, subirse a la bicicleta para ir al trabajo o para desplazarnos allí donde antes nos llevaba el coche tiene ese maravilloso componente de liberación, esa sensación de libertad que descubrimos al tiempo que cuidamos del planeta y ahorramos unas monedas que, al cabo del año acaban siendo un pequeño capital.   Los ejemplos son innumerables y, lo mejor de todo, cada uno hace de su capa un sayo a la hora de practicar la economía colaborativa, lo que no impide que el sayo sea verde.   Optar por cultivar un huerto orgánico nos aportará una experiencia vital increíble, y al tiempo nos permitirá, por ejemplo, ofrecer parte de nuestra cosecha por clases de inglés, de baile, por un corte de pelo o por… ¡Tú decides!   De nuevo, las relaciones humanas están presentes en cada uno de nuestro actos, y la economía colaborativa, con su eterno compartir e intercambiar bienes y servicios, prestar alquilar, regalar… actúa como una especie de paraguas. Un enorme paraguas bajo el que cobijarnos para no pasar frío en el bolsillo, en el corazoncito y, cómo no, también para que futuras generaciones no se encuentren un planeta inhabitable. .ecologiaverde.

Publisher: Lebanese Company for Information & Studies

Editor jefe: Hassan Moukalled


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