Las cumbres climáticas siempre se estado envueltas en una atmósfera de incertidumbre y pesimismo. Es lo que suele ocurrir cuando se espera mucho y no se obtiene nada, y hay que admitir que ésta ha sido la tónica general a lo largo de las sucesivas citas, una, otra, y otra más… Así, hasta una veintena de cumbres, y otros tantos fracasos. En la cumbre de París (COP21) las cosas pueden cambiar, si bien los logros podrían no servir para mucho. Hay tanto en juego que solo un acuerdo global vinculante realmente ambicioso serviría, por lo que la presión ejercida por el activismo no puede andarse con paños calientes. Así las cosas, las actuaciones de las ONGs ambientalistas van más allá de las multidudinarias manifestaciones celebradas la víspera de su inauguración. Fueron miles de ciudadanos los que hicieron oír su voz para recordar la importancia de alcanzar el ansiado acuerdo. Concienciar: el gran objetivo De forma paralela, el activismo sigue dando aldabonazos a las conciencias. Sin distinciones. Su objetivo es llegar a todo aquel que todavía no tenga claro que el cambio climático está empezando a mordernos, a modo de aviso. En solo unas décadas, si no evolucionamos hacia una sociedad baja en carbono, los eventos extremos serán mucho más frecuentes y virulentos. O, lo que es lo mismo, la humanidad estará condenada al fracaso. El mensaje es claro: únicamente llegando a un compromiso internacional para detener su avance podremos evitar alcanzar ese punto de no retorno. Un contundente veredicto apoyado por la ciencia que, sin embargo, no preocupa al mundo todo lo que debiera. ¿Cómo despertarlo? ¿De qué modo ir más allá de las pancartas, del papel de meros observadores en las negociaciones o de las declaraciones a los medios? La respuesta es el arte urbano. Su uso dentro de una especie de guerrilla que juega con la sorpresa y el ingenio hace críticas descarnadas que buscan y consiguen la viralidad. Arte urbano en la COP21: El activismo toma las callesEl sistema capitalista basado en el consumo de energías fósiles (heredero de la revolución industrial) está llevándonos a un callejón sin salida, que nos regala eventos extremos, deforestación, deshielo, desaparición de especies, de recursos básicos para la vida… En definitiva, el fin del mundo para el ser humano y las pobres víctimas que han tenido la mala suerte de coincidir con nosotros. Un mensaje apocalíptico nada exagerado. Solo es cuestión de tiempo, de poco tiempo, para que reaccionar ya nos sea posible. De hecho, la magnitud de la situación es tan alarmante que solo serviría una reacción urgente. A la que, para más inri, ya estamos llegando tarde. Activismo en pie de guerra Como es lógico, el activismo está al rojo vivo. Era inconcebible no aprovechar la celebración de la cumbre para hacer llegar al mundo esta urgencia, el caos que se nos viene encima. Meses antes de la celebración de la cumbre de París, celebrada del 30 de noviembre al 11 de diciembre, WWF abrió fuego tomando posesión de las paredes del metro de tomó posesión de las paredes del metro desde el 6 de julio de tiempo para lanzar su “Revolución Panda”. Arte urbano en la COP21: El activismo toma las callesDentro de la campaña de concienciación de los más jóvenes, WWF realizó la primera edición de los premios “Creative Awards by Saxoprint”, en el que participaron casi un millar de carteles. Los ganadores, Gaudoin Pierre y Céline Lentz, dos creativos independientes, titularon su obra “Pandarevolution”, una reinterpretación de la celebérrima obra de Eugene Delacroix, “La libertad guiando al pueblo”. Su intención era tanto llamar a una revolución amable, pero sin concesiones, en favor del medio ambiente. “Espero de todo corazón que los jóvenes y las generaciones venideras se tomen en serio cuidar el planeta antes de que lleguemos a un punto de no retorno, si no hemos llegado ya a él”, apuntaba Lentz. Anuncios falsos para denunciar las mentiras El arte urbano más crítico ha tomado forma de publicidad subversiva. La propuesta que más se ha significado durante la celebración de la cumbre lo firma el colectivo Brandalism, formado por 80 artistas de 19 países. Sus obras son tan espectaculares como inmisericordes con el status quo. En su web afirman que 20 años de conversaciones sobre cambio climático de la ONU no han servido de nada, un tiempo durante el que las emisiones han aumentado mundial en un 63 por ciento. A su juicio, la situación va a peor. “Cada vez más, las conversaciones están dominadas por intereses corporativos”, afirman. Su última campaña de falsos anuncios consguió exponerse durante unas horas en 600 vitrinas de las calles parisinas. Lo suficiente para que las imágenes dieran la vuelta al mundo. Los anuncios originales fueron reemplazados con mensajes que denunciaban las “mentiras” de los patrocinadores comerciales de la COP21, explicó el movimiento a tres semanas de celebrarse la cumbre. “Al patrocinar las negociaciones sobre el clima, los principales contaminadores, como Air France o Engie se promueven a sí mismos como si fueran parte de la solución, pero en realidad son parte del problema”. Los mandatarios de más peso en las negociaciones, como Francois Hollande, David Cameron, Barack Obama, Angela Merkel, y Abe también fueron parodiados, dentro de su operación más exitosa hasta el momento. Exposición de carteles En un clima mucho más tranquilo, esta vez pertenecientes a ONGs conservacionistas, la asociación Act Responsable ha organizado una exposición coincidiendo con la celebración de la cumbre. ¿Su objetivo? También quieren concienciar, incitar a la acción. Lo hacen a través de esta exposición, que acoge el Gran Palais de la capital gala. En ella se expone una selección de las mejores campañas publicitarias del mundo sobre temas ambientales. Arte urbano en la COP21: El activismo toma las calles Los 8 carteles expuestos son impactantes. Uno de ellos muestra a un Tarzan (imagen que abre el post) que va de liana en liana, hasta que se acaba el bosque y acaba colgado en el vacío… Con el cartel se pretende alertar sobre la deforestación, al tiempo que es todo un símbolo de lo que nos espera si los demanes prosiguen (cambio climático, agotamiento de recursos, destrucción del hábitat…) y acaban sumando sus efectos. O, por ejemplo, un barco de mercancías con forma de banana denuncia el uso y abuso del transporte de productos en detrimento del consumo local para evitar innecesarias emisiones de gases de efecto invernadero. Legal y convincente a la vez, sí, pero también menos efectivo. Fuente:.ecologiaverde