Cómo ayuda la ciencia a la reproducción de las especies amenazadas

¿Qué técnicas de reproducción utiliza la ciencia a preservar las especies amenazadas? ¿Siempre lo hace? ¿O salvo excepciones simplemente se crean las condiciones idóneas para fomentar el aumento de la población?

Son muchos los factores que hay que tener en cuenta para responder. Básicamente, depende de cada caso. Entre otras variables, tiene que ver con presupuestos, políticas, interés que haya en la especie, gravedad de la situación y/o viabilidad de las distintas posibilidades que ofrezca la ciencia.

En ocasiones, no se actúa, directamente. En este post, por lo tanto, nos centramos en las especies en extinción que suscitan interés, pues son muchas las que no lo hacen y daremos un rápido repaso a las principales técnicas científicas.

Cómo ayuda la ciencia a la reproducción de las especies amenazadas

Sin duda, la mejor manera de aumentar la población es evitando su pérdida. No por causas naturales, qué duda cabe, sino previniendo o enmendando problemas como la pérdida de hábitat, su deterioro o, por ejemplo, la caza.

Reservas naturales

La ciencia, en estos casos, no tiene nada que ver con el laboratorio ni los zoológicos. Puede aportar soluciones tan ingeniosas como ayudar a crear pasos subterráneos o puentes para que los animales puedan reproducirse más fácilmente.

Estos pasadizos o corredores, por ejemplo, se han implementado para permitir el cruce de los anfibios de forma segura, por debajo de las carreteras. Su diseño requiere un profundo conocimiento de unas u otras especies.

También, por ejemplo, se puede llevar a cabo una migración para que los animales se encuentren en un entorno más propicio o estudiar cuáles son los problemas de ciertas especies a la hora de tener un hábitat idóneo.

Cómo ayuda la ciencia a la reproducción de las especies amenazadas

Proponer soluciones y llevarlas a cabo a través de políticas activas también puede recuperar a la especie. De forma indirecta, evitando su estrés, proporcionándoles un hábitat favorable y mirando por su bienestar se consiguen mayores tasas de supervivencia y reproducción.

La reproducción consanguínea

Sin embargo, la conservación de especies muy a menudo depende de las técnicas de reproducción aplicadas. Puesto que las condiciones ambientales muy a menudo son difíciles, si no imposibles de mejorar, la viabilidad de la especie puede llegar a depender de éstas.

La reproducción consanguínea es un ejemplo de reproducción que puede representar la única opción (suelen ser casos de grave peligro de extinción, como ocurre con los rinocerontes de Sumatra) o bien evitarse, si bien por lo general se busca la reproducción entre animales no consanguíneos. Es decir, que no tengan información genética similar por descendencia.

Por otra parte, si no se lleva a cabo respetando las especies y subespecies acaban creándose variedades artificiales en cautiverio. Este problema es importante, por ejemplo, entre los tigres de los zoologicos.

Si queremos preservar una especie de poco sirve hacer estos cruces, poco menos que experimentos, ni interesa tampoco recurrir a la reproducción consanguínea, con el consiguiente riesgo de que se produzcan anormalidades y se perpetúen los defectos.

Si por un lado la reproducción consanguínea puede obedecer a un intento de un determinado zoo de disponer de animales atractivos, por otro se hace un flaco favor en lo que respecta a la conservación de la especie. E, igualmente, en este tipo de prácticas puede producirse también una reproducción consanguínea.

En efecto, la reproducción de subespecies distintas tampoco puede considerarse valiosa para salvar a la especie. Aunque la diferencia genética y morfológica pueda ser mínima, no están sentándose las bases para la conservación de la especie o subespecie en cuestión.

Cómo ayuda la ciencia a la reproducción de las especies amenazadas

Eso no justifica, qué duda cabe, comportamientos como el del zoo de Copenhague, donde acostumbran a matar a los animales sanos que no interesan para la reproducción de la especie. Fue sonado el caso de Marius, una jirafa de 18 meses, completamente sana, que acabó siendo pasto de los leones para evitar la consanguinidad, negándose a aceptar las ofertas de otros centros para acogerlo. Poco después, éstos también acabaron corriendo la misma suerte en favor de un nuevo linaje que estaba en camino.

Inseminación artificial

La inseminación artificial suele utilizarse como técnica reproductiva con éxito para aumentar la población dentro de campañas de crianza en cautividad y posterior reintroducción en la naturaleza.

Es bien conocido el caso del panda gigante. Puesto que son animales con problemas de reproducción, la inseminación artificial es de inestimable ayuda para conseguir más nacimientos. De otro modo, la crítica situación de la especie y la débil fecundidad se llevarían de forma rápida a una extinción segura.

Clonación

La oveja Dolly no fue el primer animal clonado, sino un anfibio en los años 70, pero no cabe duda de que se le considera el símbolo de la clonación. Independientemente de ello, esta técnica de reproducción basada en el ADN supuso un paso adelante de la ciencia no exento de polémica, incluso hoy en día.
Hoy en día, son numerosos los laboratorios trabajan en la conservación de especies amenazadas mediante ingeniería genética. Sobre todo desde los años 90, proliferó la idea de conservar material genético de especies amenazadas y desde entonces se realizan avances científicos constantes.

No llegan a clonar dinosaurios, como hacían en Jurassik Park, pero sí se dan pasos interesantes, como por ejemplo crear un mamut aprovechando las importantes similitudes genéticas con el elefante.

Con el objetivo de conservar la diversidad genética de las especies, por último, el zoológico de Buenos Aires creó el primer banco de material genético de especies amenazadas. En él se guardan muestras de distintos tipo de material genético. Entre otros biomateriales, se almacenan óvulos y esperma, tejidos de órganos o células de un sinfín de especies en extinción.