Un nuevo estudio mide el impacto de estos insectos en los rendimientos agrícolas
18 de febrero de 2016, Roma – ¿Qué tienen en común los pepinos, la mostaza, las almendras y la alfalfa? En apariencia, muy poco. Pero hay algo que comparten: todos ellos deben su existencia a la labor que realizan las abejas.
Durante siglos, esta pequeña trabajadora a rayas ha operado en los campos de todo el mundo sin apenas obtener reconocimiento por su valiosa contribución a la producción de alimentos. Las abejas silvestres, en particular, parecían condenadas a realizar el trabajo duro a la sombra de su pariente más popular -la abeja melífera – cuya labor de producir un néctar dorado –la miel- es mucho más visible y reconocida.
Pero las abejas de todo tipo están consiguiendo finalmente su momento de gloria gracias a la publicación de un artículo que cuantifica, por vez primera, lo mucho que los rendimientos de nuestros cultivos dependen de la labor de estos polinizadores que -sin saberlo- fertilizan las plantas a medida que avanzan de flor en flor .
Y al hacerlo, pueden tener un papel clave para mejorar la producción de unos 2 000 millones de pequeños campesinos en todo el mundo y garantizar la seguridad alimentaria y nutricional de la creciente población del planeta.
El artículo, publicado en la revista Science, defiende que la intensificación ecológica -impulsar la producción agrícola aprovechando la energía de los procesos naturales- es una de las vías sostenibles para aumentar el suministro de alimentos.
Las estrategias de seguridad alimentaria en todo el mundo, por tanto, podrían beneficiarse si incluyesen la polinización como un componente integral, según los expertos.
“Nuestra investigación muestra que mejorar la densidad y diversidad de polinizadores -en otras palabras, asegurarnos que sus plantas reciben cada vez a más tipos diferentes de abejas e insectos- tiene un impacto directo sobre los rendimientos agrícolas”, asegura Barbara Gemmill-Herren, una de las autoras del informe que trabaja en la FAO.
“Y eso es bueno para el medio ambiente y para la seguridad alimentaria”, dice la experta, añadiendo que es beneficioso preservar activamente y crear hábitats dentro y alrededor de las granjas para que abejas, aves e insectos puedan vivir durante todo el año.
Centrarse en los países en desarrollo
En el estudio de campo coordinado por la FAO, los científicos compararon 344 parcelas en África, Asia y América Latina y llegaron a la conclusión de que los rendimientos fueron notablemente más bajos en los terrenos agrícolas que atrajeron a un menor número de abejas durante la temporada principal de floración, que en las parcelas que recibieron más visitas.
Al comparar explotaciones de menos de 2 hectáreas, los resultados sugieren que las de menos rendimiento podrían aumentarlo en una media del 24 por ciento, atrayendo a un mayor número de polinizadores.
La investigación analizó también parcelas más grandes y concluyó que, aunque se beneficiaron de más visitas de polinizadores, el impacto en los rendimientos fue menos importante que en los terrenos más pequeños, probablemente porque a muchas abejas les resulta difícil abarcar campos extensos, lejos del hábitat donde anidan. En este sentido, la diversidad de abejas, con diferentes capacidades de vuelo, puede ser la solución.
Ello sugiere que la diversidad de abejas ofrece beneficios tanto para los pequeños agricultores en los países en desarrollo, como para las grandes explotaciones.
Por qué es importante
La investigación se produce en un momento en que las abejas silvestres están amenazadas por muy diversos factores, y cuando las poblaciones de abejas criadas no pueden abarcar el creciente número de tierras con cultivos dependientes de la polinización.
El cambio climático plantea otro problema: “las abejas tendrán que sobrevivir con temperaturas más altas”, explica Nadine Azzu, Coordinadora del Proyecto Global en la División de Protección y Producción Vegetal de la FAO, que también trabajó en el informe “Además, las flores en algunas partes del mundo se están abriendo en momentos diferentes a lo que era habitual, y las abejas no están allí para polinizar”, advierte Azzu.
Esto significa que es cada vez más importante encontrar maneras de mantener a los polinizadores zumbando alrededor de las explotaciones agrícolas durante todo el año.
Antes no se estudiaban
Los polinizadores -como las abejas, aves y diversos tipos de insectos que vuelan, saltan o se arrastran de una flor a otra- han sido durante siglos los ayudantes invisibles de los agricultores en todo el mundo.
Los diferentes tipos de abejas tienen preferencias y funciones distintas en nuestro sistema alimentario. Los abejorros, por ejemplo, son uno de los pocos tipos de abejas que pueden polinizar con éxito los tomates, algo fundamental para que den frutos: imaginen a la abeja que se aferra a la flor y la sacude con violencia, haciendo que libere todo el polen.
Las abejas melíferas, a su vez, son importantes porque son las menos exigentes en la elección de flores y hay muchas en cada colmena, aunque sus parientes -las abejas silvestres- son más eficaces para fertilizar las plantas por las que están atraídos.
El estudio muestra que en las pequeñas explotaciones, el rendimiento aumentó linealmente con el incremento de las visitas a las flores sometidas a seguimiento. La polinización fue el insumo que más contribuyó a este rendimiento, más allá de otras prácticas agrícolas.
Ello resulta prometedor para uno de los principales retos para la agricultura de nuestro tiempo: ¿Cómo ayudar a los pequeños campesinos a producir más sin dañar al medio ambiente?.
Cómo atraer a las abejas
Atraer a los polinizadores a las granjas no es tan fácil como sembrar al inicio de la temporada y esperar a que lleguen.
Mantener los recursos de hábitats y forraje durante todo el año es clave para convencer a los polinizadores y que se queden en la zona por períodos más largos de tiempo. Puede hacerse, por ejemplo, plantando diferentes árboles y plantas que florecen en diversas épocas del año.
Otras tácticas recomendadas serían mantener setos con flores alrededor de las granjas, y mantillo en el suelo para que las abejas pueden esconderse debajo, junto a la reducción del uso de plaguicidas.
La clave para conseguir mejores rendimientos se encuentra probablemente en una combinación de servicios de polinización manejados -es decir, instalar colmenas de abejas en las parcelas en la época de floración- y la polinización natural, según los expertos.
Y esto último requerirá que agricultores y responsables políticos presten mayor atención a los ecosistemas que rodean las granjas.
“La conclusión de nuestro estudio es que las abejas suministran un auténtico servicio y deben tenerse en cuenta cuando planificamos intervenciones de seguridad alimentaria”, asegura Azzu. “Y lo mejor –concluye-, es que sus servicios son gratuitos”.
fuente:fao